sábado, 2 de marzo de 2019

Disertando sobre la metamorfosis Europea en tierras de Kafka

Hacía días que tenía ganas de actualizar este blog que, como tantas otras cosas en la vida, languidece y se marchita si no le dedico un sincero interés y algo de tiempo de calidad. De ese en el que no se echa de menos el móvil.
Escribo esto sobrevolando la República Checa, en dirección a Barcelona, tras haber pasado 4 días en su capital, Praga. Aún en caliente y con el extra de autenticidad y espontaneidad que ello confiere a un escrito, intentaré usar esta experiencia como hilo conductor de este escrito que todavía no tengo muy claro de que va a ir.
Praga, una ciudad que deseaba visitar desde hace mucho tiempo y que no me ha decepcionado, ya que tampoco esperaba mucho más que lo que me he encontrado, es decir, una versión artificialmente edulcorada, por la globalizadora e idiotizadora Europa, de lo que un día debió ser una ciudad igual de bonita, pero más auténtica y con más esencia de este.
Una ciudad de contrastes, en la que se palpa y se percibe cultura en cada rincón de la ciudad, ya sea en la arquitectura de las edificaciones, o en las espaldas de los numerosos transeúntes que cargan con algún instrumento musical. Por otra parte y como dato curioso, comentar que Praga se ha convertido en los últimos años en uno de los principales platós cinematográficos “convencionales” de toda Europa, mérito que, en lo referido al cine para adultos, hace muchos años que, junto a Budapest, ostenta también. 
Si esto último le resulta Kafkiano  a alguien y le da por estigmatizar el este, stop y tranquilidad, que aquí al lado en Terrassa también se viene utilizando, desde hace años, el conocido como "hospital del tòrax", un antiguo hospital para tuberculosos terminales, como plató de grandes producciones de cine X. Por cierto, Frank Kafka ,el afamado y conocido escritor checo autor de "la metamorfosis", murió de tuberculosis y sus restos descansan en un cementerio Judío de la capital Checa. Un cementerio que no visité, pero que es como tantos otros del este de Europa, que sí he visto, los panteones se ubican a nivel del suelo (no como aquí, donde el apilamiento vertical de los féretros y el gris cemento confieren a estos lugares un aspecto más tétrico aún, si cabe), y el verde de la abundante vegetación suaviza lo siniestro y lúgubre de estos sitios.
Estas tierras fueron parte de la antigua Checoslovaquia y se han ido integrando, como tantos otros países del este de Europa, en el “eje del bien”, la unión Europea, la OTAN y la defensa de los derechos humanos. Esa defensa que igual te deja miles y miles de muertos y la antigua Yugoslavia hecha unos zorros, con el pretexto de ayudar a Kosovo, como luego te defiende la instalación allí de la mayor base militar norteamericana que hay en Europa, para que los siempre pacíficos y conciliadores “Yankees” nos cuiden y protejan del tio Putin. 
La vieja Europa, la misma que, junto a Estados unidos, en 2014 encend la mecha del ultranacionalismo Ukraniano, alentando así un golpe de estado (y una guerra posterior, relativamente, silenciada por aquí, aún vigente) que derrocaría al, entonces presidente, Victor Yanukovich, y que permitiría seguir expandiendo esa globalización tan homogeneizadora y fascista que, a día de hoy, avanza también en nuestro país.
¿Qué decir del gran ejercicio de defensa de los derechos humanos universales de haber dejado instalar a la CIA campos de prisioneros ilegales en Vilnius o Bucarest, hecho probado que condenó en su día el tribunal de Estrasburgo?.
Lo último ha sido posicionarse, con gran convicción y profunda conciencia y preocupación, a favor de otro golpe de estado, esta vez en Venezuela, mientras que se dejan morir, aquí mismo en el Mediterráneo, a miles de seres humanos, no tan solo cerrando los ojos, lo que ya sería mezquino de por sí, sino manteniéndolos bien abiertos y fijándolos en los barcos de rescate de personas, prohibiéndoles salir a trabajar para que, al menos así, pudieran intentar mitigar este otro gran ejercicio de defensa de los derechos humanos.
En fin, refiriéndose a la actual Praga estrictamente y dejando de lado tostones ideológicos, decir que, junto a un amigo, deambulé por la ciudad y sus alrededores, disfrutando de su majestuosa belleza y elegancia, y sin más ambición que de la buscar paz y tranquilidad, ese valor del que habla este "tolerante y empático " niño Aragonés y que cada vez valoro más yo también.
Después del ocaso las cosas son menos tranquilas por allí y, tras una primera noche donde anduvimos zanganeando por un par de típicos antros para turistas, la segunda noche acertamos y acabamos en el “Lucerna Music Bar”, en una divertida fiesta con público tanto local como foráneo y con temática de los 80 y 90.
La vuelta a la rutina ha sido dura. Los efectos del cortisol disparado, embriagando mis células, dificultándome dormir bien y afectando a mi estado de ánimo y a mi capacidad de concentración, han caído sobre mí como un silencioso meteorito que cae en dirección vertical y que no esperas. Lo esperaba en enero y me libré, así que, teniendo en cuenta la empinada pendiente de subida que supone el curso escolar en este momento del año, era previsible que estuviera al caer.