domingo, 1 de noviembre de 2020

Hábitos


"Siembra un acto y cosecharás un hábito. Siembra un hábito y cosecharás un carácter. Siembra un carácter y cosecharás un destino"

Esta frase, que conocía desde hace años, de Charles Reade, novelista Británico del que no he leído nada y al que no conocía hace un minuto, suele retumbar en mi cabeza. A veces para martirizarme. No la parte final, demasiado "Coelhiana" y de tintes demasiado deterministas. Ignorando el caos y la absoluta nimiedad del ser, y glorificando lo absurdo que puede llegar a ser planificar el devenir de una existencia.

Si hay un acto que hubiera repetido gustoso cada uno de los días de esta semana, hubiera sido el de beber vino. Y no una copa. Tiendo al exceso. En todo. No sé si por mi propia naturaleza o por el hecho de haber cultivado el habito de buscar la intensidad siempre. O el de haber cultivado el último año el de hacer lo que me apetecía en cada momento, sin pensar jamás en obligaciones, ni demasiado en las consecuencias
Me he estado privando del vino. No hubiera sido solo un vaso y lo sabía. Si alguien que me aprecia lee esto, que no se asuste. Por el momento no me veo frecuentando reuniones de "alcohólicos anónimos". 
Tiempos raros. No esperaba tener que normalizar mi vida en este contexto de limitaciones al ocio y jibarización de libertades. Aunque, a decir verdad y pensándolo bien, he conseguido que en la práctica apenas me afecten.
Disertaba en el primer párrafo sobre de lo de levedad del ser, planificar y tal. Mi rodilla anda algo renqueante, debido a una estúpida caída que tuve hace un par de semanas, así que de momento he tenido que abandonar el hábito de ir al trabajo en bici.

El lunes pasado decidí que, en vez de al vino, me iba a dar al hábito del agua salada. El del mar. El de nadar en la playa. El de llegar de trabajar a las 18h, salir flechado de casa con el ocaso acechando y lanzarme a dar brazadas sin pensar y guiándome por las luces del hotel vela o por las de las torres Maphre. El de salir del agua en la oscuridad y andar hasta casa necesitando una ducha caliente.


Me ha sentado bien hacerlo. Daba igual si uno o dos kilómetros. De momento, dan igual el ritmo o las pulsaciones. Solo espero integrarlo como un hábito y llevarlo a cabo durante todo el año.
La noche intentaré evitarla, eso sí. Aunque siempre que nado en el mar, en mi imaginación me anda acechando alguna tintorera o, lo que es más surrealista, algún tiburón blanco enfermo y extraviado que decide morir en algún lugar alejado de su hábitat natural, por aquí solo hay alguna medusa desubicada. Ayer me picó una. No la esperaba. Pensaba que con la actual temperatura del agua ya no andarían por aquí.
También me he propuesto adquirir el habito de escuchar más podcasts de programas de humor y el de quedar en persona con más gente que aprecio. Dejar de procastinar en ese sentido. Y el de abandonar, casi al 100%, la sal y el azúcar. Si además consigo abandonar el de morderme las uñas, ya será la reostia y acabaré recordando este invierno como una época positiva que recordar para bien.

4 comentarios:

  1. Vaya, cuando iba leyendo el post(muy bonito), te imaginaba abrazando la botella y gritando "...viva el vino!!". Te imagibaba, pero no decepcionado...te imaginas mi sonrisa socarrona supongo😉. Fuera de tus obseciones húmedas, por lo del baño marítimo, espero que se haga realidad lo de dejar de "podcanisar" amistades. Tu diràs Húnter, que una vulguis.

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  2. :-)wine will save my life! gracias por lo del post bonito, y nos vemos en breve zorro. Un abrazo

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  3. Antiguo proverbio árabe:

    Vigila tus pensamientos; se convierten en palabras.
    vigila tus palabras; se convierten en acciones.
    vigila tus acciones; se convierten en hábitos.
    vigila tus hábitos; se convierten en carácter.
    vigila tu carácter; se convierte en tu destino

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    1. Gracias!:-) y si te identificas aún más agradecido

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