viernes, 11 de diciembre de 2020

Los fuegos del hambre

6:40 am. Suena el despertador. Hoy no voy en bici al trabajo. La dejé en el mecánico y espero recogerla mañana. 
Me espera el metro y el tren. De la línea cuatro a la uno, y transbordo a la R4 de Renfe. 
Una hora de viaje plagado de desventajas respecto a lo que supone el mismo trayecto en bici. Puedo relativizar el innecesario dispendio de 1,35e o los veinte minutos que pierdo, pero observar los caretos de funeral que llenan los vagones o mirar compulsivamente mis redes sociales para evadirme de ellos, son factores que me restan ya de buena mañana. Y no está la cosa para andar desgastándose a lo tonto, porque, ya en el trabajo y con algo de suerte, hoy solo me veré obligado a hablar de la puta vacuna unas setenta u ochenta veces.
La sección de noticias  de FCB me ha contado que el agua inicia su cotización bursátil de forma masiva, y que los países del primer mundo están comprando vacunas de sobra y, en consecuencia, en los del tercer mundo nueve de cada diez personas no tendrán acceso a la misma.
También me informa de un incendio en Badalona. Parece ser que esta noche ha ardido una nave industrial plagada de unos 130 inmigrantes y okupas. Menos hablar de seres humanos o de personas, utilizan cualquier palabra que acabe criminalizando a las víctimas. 
Los medios de propaganda lo hacen "disimuladamente". ¿Para que quitarse la mascara y exhibir la psicopatía? Queda feo y sería poco inteligente. Saben que en unas horas aparecerá el miserable y fascista alcalde de Badalona, Josep Albiol, y soltará alguna de sus perlas, poniéndoles en bandeja los titulares entrecomillados.
Me viene a la cabeza Mahamadou. Quizás se hallara en aquella nave que ayer ardió. 
Le conocí hace dos semanas durante la realización de un censo de la gente que duerme en la calle en la ciudad de Barcelona. 
Para quitarle hierro al asunto, quizás te conté que me apunté a aquella historia para ver si, así de rebote, conocía a alguna chica que mereciera gestar un hijo mío. Bueno, más allá de la broma idiota, la verdad es que no es así, y lo cierto es que vi en aquella iniciativa una posibilidad fácil de hacerme más consciente en algunos sentidos, y de no andar por el mundo con la conciencia tranquila por dar una moneda de vez en cuando a alguien a quien ni miro a la cara porque me incomoda hacerlo, o por pagar esa cuota anual de alguna iniciativa solidaria que ni recuerdo ya en que consiste.
Tras haber recorrido, durante dos horas, la zona que se nos asignó en el barrio de la Barceloneta, solo habíamos encontrado un "homeless" que censar. El tipo era Marroquí y solo pudimos asignarle ubicación en el mapa de la APP, ya que prefirió no participar en el cuestionario. "Iros a tomar por culo con vuestra falsa solidaridad burguesa", imagino que debió pensar. No le culpo. Cuando nos íbamos de allí, nos llamó gritando. Pensamos que se lo había pensado mejor y quería participar. Pues no, ni quiso los 5e que se les ofrecía por hacerlo, ni el fular que a uno de los tipos que iban conmigo se le había caído del cuello, y que educadamente le devolvió.
Ya llegando al punto de encuentro, en el paseo frente al restaurante Salamanca, apareció Mahamadou. 
De raza negra, ataviado con una chaqueta vieja y sucia, bailando borracho y con una mirada mas inquietante que encontrarte a tus padres en un club de intercambio de parejas.
Paró de bailar y le propusimos participar en la movida. Entornó sus ojos idos. Ahora eran ojos idos y tristes. No podía evitar mirar sus dientes rotos y desmejorados. "¿droga?", pensé.
El tipo había salido de Gambia hace un par de años. Junto a su hermano y un par de amigos, había cruzado varios países Africanos y había entrado a Libia, un país de esos que occidente destruyó en 2011 mediante una guerra infundada e innecesaria, mientras ahora, con la paciencia propia del que le sobra, espera el momento de lucrarse cuando las aguas se calmen por allí y tome el poder algún tipo tan o tan poco detestable como pudiera serlo Muamar el Gadafi, pero que, eso sí, colabore y sea dócil ante el imperialismo occidental.
Desde aquella guerra, Libia anda atestado de grupos terroristas, grupos rebeldes y mafias que trafican con esclavos. Y siendo que el país es una de las puertas de acceso "fácil" al sueño Europeo, Africanos de diversas partes del continente, acaban allí. Unos muertos, otros esclavizados y otros traumatizados de por vida.
Mahamadou era de estos últimos. Difícil no quedarte algo tocado y darte al consumo de lo que pilles, si has visto como le pegaban un tiro en la cabeza a tu hermano, han secuestrado a tus amigos, y tú andas solo por el mundo con la boca reventada y la cicatriz de un machetazo en el abdomen que no te mató de milagro. En esas condiciones, el tipo había cruzado a Italia, Francia y había llegado a Barcelona.
Aquella noche nos dijo que llevaba un par de años durmiendo en una nave que se había quemado unos días atrás y que ahora andaba junto a la comunidad Senegalesa que anda por el barrio.
A mí no se me ocurrió más que darle la gratificación de 5e con los que la ONG "Arrels" gratificaba a los "sintecho" que participaran en el "tinglao". 
La inútil tristeza que sentí y la sensación de amargura con la que me volví a casa, no me dieron ni para acordarme de que debajo de mi cama tenía un saco de dormir que le podía haber llevado. En fin, quizás él ya tenía uno y cuando volví con la bici a la noche siguiente para ver si le encontraba y lo podía necesitar, ya no le encontré.
La Barceloneta, ejemplo claro de los efectos de la globalización, en el buen, pero sobretodo en el mal sentido.

Supongo que la nave que ardió ayer en Badalona, estaría repleta de tipos hambrientos con historias parecidas a las de Mahamadou, pero basura como Albiol y sus votantes se llenaran la boca de palabras como inmigrate u Okupa, mientras la mierda de medios, supuestamente progresistas, que te informan, te alertaran sobre la supuesta peligrosidad de una sociedad polarizada y te dirán que el mismo peligro supone la izquierda "radical" (la que, básicamente, abastece a iniciativas solidarias como la que he relatado) que la extrema derecha.

viernes, 4 de diciembre de 2020

Un café sobre un refugio antiaéreo

Echo de menos el último rincón donde me sentí a gusto al cien por cien tomando café. 
Situado en Manresa, unos dos cientos metros antes del convento de Santa Clara en la calle homónima, fue un lugar de esos donde, a parte de haber llegado a desarrollar cierto sentimiento de pertenencia, me sentía totalmente cómodo y en paz. 
 El local se llama "El mirador" y es que, desde su minúscula y soleada terraza donde apenas caben tres mesitas, las vistas son privilegiadas. La panorámica incluye la montaña de Montserrat perfectamente perfilada de fondo, la Basílica de Santa Maria de la Seu, el Pont Vell sobre el río Cardener, y un montón de huertecillos que, escalonadamente, van bajando desde aquella zona  de la capital del Bages, hacia la carretera C-1411Z.
Como si de una maqueta se tratara, los trenes "dels Catalans" (como se les llama coloquialmente por aquí, para diferenciarlos de los de Renfe) surcan los huertos y se pierden (o emergen de él, según el sentido) en un pequeño túnel que atraviesa la montaña, para salir de nuevo de ella y discurrir paralelos al curso fluvial del Llobregat en su trayecto por las comarcas del Bages y del Baix Llobregat, hacia Barcelona. 
Ni los trenes consiguen elevar demasiado los decibelios del lugar.

Mientras arreglaba mi mundo, unos cuantos cafés cayeron aquí

Empiezo a escribir este post desde uno de los numerosos cafés ubicados dentro de la estructura metálica del edificio del "Mercat" de la Barceloneta, en la Plaça del Poeta Boscà.
Se trata de un local bien iluminado por un sol que entra libre y que se mete, literalmente, casi hasta la cocina. 
No tengo claro que acabe convirtiéndolo en mi refugio ocasional para escribir o leer un rato a media mañana. Demasiado ruido y unos precios sobredimensionados, propios del típico local donde queda cool dejarse ver tecleando un ordenador blanco. 
Bajo mis pies tengo uno de los 1300 refugios antiaéreos que se construyeron para que la población Barcelonesa se resguardara de los 194 bombardeos que durante la guerra civil Española perpetraron aviones de los ejércitos aéreos alemanes e italianos, principalmente. 
Franco obtenía ayuda para masacrar a sus compatriotas, y dos de los países que unos años después constituirían el bloque del eje en la segunda guerra mundial, afinaban sus juguetes en un campo de pruebas real.
Panfletos de propaganda alentando a la población a construir los refugios

Entrada de uno de aquellos refugios antiaéreos 
 
Si ladeo mi cabeza hacia la derecha, casi puedo ver la salida posterior de la iglesia de Sant Miquel del Port, cuyo portón da a un pequeño callejón que desemboca en la Plaça del Poeta Boscà.
Aquella iglesia fue ultrajada por el bando nacional y la campana de la misma fue lanzada al mar por los militares que la usurpaban. Cuando acabó la guerra, fue rescatada por un buzo y volvió a su lugar de procedencia.
Aquellos vomitivos fascistas, no muy diferentes a Santiago Abascal y a toda la basura nazi que hoy ha llenado de estulticia moral la Plaça Sant Jaume, son muy de respetar los símbolos religiosos, pero imagino que de vez en cuando hacían excepciones, e imagino que el clero Catalán no debía ser muy de su agrado, ya que tengo entendido que, en aquella época, era uno de los pocos refugios que tenía el pueblo Catalán para hablar su idioma con libertad.

Mientras todo aquello pasaba, la unión Soviética enviaba asistencia humanitaria en forma de víveres y ropa por valor de veinte millones de rublos, en un gran barco que Iósif Stalin ordeno fletar para apoyar a la población de la ciudad Condal. 

La multitud en Puerto de Barcelona, recibiendo al barco soviético Ziryanin el 14 de octubre de 1936

Varios barcos parecidos al Ziryanin, se llevaron a la URSS a 7000 Españoles. Entre ellos, a los famosos "Niños de Rusia", unos 3000 niños que fueron salvados de la guerra y a los que en la unión Soviética se les dio cobijo, educación y ocio.

Cola en Barcelona para alistarse en las milicias del POUM (partido obrero de unificación Marxista)

No es de extrañar que el movimiento antifascista y el Comunismo acabaran arraigando de alguna forma en la ciudad de Barcelona, y que, a día de hoy, Catalunya sea uno de esos bastiones del país donde uno puede decir orgulloso que al fascismo se le mantiene a raya.

Algunas de las fotos de este post son parte de una interesante colección de fotografías que hizo Antoni Campañà durante la guerra civil, y que se encontraron casualmente unos años después en el desalojo de una casa de Sant Cugat del Valles que iba a ser derruida.

domingo, 1 de noviembre de 2020

Hábitos


"Siembra un acto y cosecharás un hábito. Siembra un hábito y cosecharás un carácter. Siembra un carácter y cosecharás un destino"

Esta frase, que conocía desde hace años, de Charles Reade, novelista Británico del que no he leído nada y al que no conocía hace un minuto, suele retumbar en mi cabeza. A veces para martirizarme. No la parte final, demasiado "Coelhiana" y de tintes demasiado deterministas. Ignorando el caos y la absoluta nimiedad del ser, y glorificando lo absurdo que puede llegar a ser planificar el devenir de una existencia.

Si hay un acto que hubiera repetido gustoso cada uno de los días de esta semana, hubiera sido el de beber vino. Y no una copa. Tiendo al exceso. En todo. No sé si por mi propia naturaleza o por el hecho de haber cultivado el habito de buscar la intensidad siempre. O el de haber cultivado el último año el de hacer lo que me apetecía en cada momento, sin pensar jamás en obligaciones, ni demasiado en las consecuencias
Me he estado privando del vino. No hubiera sido solo un vaso y lo sabía. Si alguien que me aprecia lee esto, que no se asuste. Por el momento no me veo frecuentando reuniones de "alcohólicos anónimos". 
Tiempos raros. No esperaba tener que normalizar mi vida en este contexto de limitaciones al ocio y jibarización de libertades. Aunque, a decir verdad y pensándolo bien, he conseguido que en la práctica apenas me afecten.
Disertaba en el primer párrafo sobre de lo de levedad del ser, planificar y tal. Mi rodilla anda algo renqueante, debido a una estúpida caída que tuve hace un par de semanas, así que de momento he tenido que abandonar el hábito de ir al trabajo en bici.

El lunes pasado decidí que, en vez de al vino, me iba a dar al hábito del agua salada. El del mar. El de nadar en la playa. El de llegar de trabajar a las 18h, salir flechado de casa con el ocaso acechando y lanzarme a dar brazadas sin pensar y guiándome por las luces del hotel vela o por las de las torres Maphre. El de salir del agua en la oscuridad y andar hasta casa necesitando una ducha caliente.


Me ha sentado bien hacerlo. Daba igual si uno o dos kilómetros. De momento, dan igual el ritmo o las pulsaciones. Solo espero integrarlo como un hábito y llevarlo a cabo durante todo el año.
La noche intentaré evitarla, eso sí. Aunque siempre que nado en el mar, en mi imaginación me anda acechando alguna tintorera o, lo que es más surrealista, algún tiburón blanco enfermo y extraviado que decide morir en algún lugar alejado de su hábitat natural, por aquí solo hay alguna medusa desubicada. Ayer me picó una. No la esperaba. Pensaba que con la actual temperatura del agua ya no andarían por aquí.
También me he propuesto adquirir el habito de escuchar más podcasts de programas de humor y el de quedar en persona con más gente que aprecio. Dejar de procastinar en ese sentido. Y el de abandonar, casi al 100%, la sal y el azúcar. Si además consigo abandonar el de morderme las uñas, ya será la reostia y acabaré recordando este invierno como una época positiva que recordar para bien.

sábado, 24 de octubre de 2020

Nueva normalidad

Más de tres meses sin aparecer por aquí. Me quedé sin ganas de hacerlo y también sin inspiración. Y pese a no haber recuperado ninguna de las dos, esta mañana he sentido que era el momento de intentar retomar la costumbre de escribir. Hay cosas que cuanto menos haces, menos ganas tienes de hacer.

Escribo desde mi nuevo hogar desde hace tres semanas. Se trata de un pequeño apartamento ubicado en el barrio de la Barceloneta, en el distrito de Ciutat Vella de Barcelona. Aquí comparto estrecheces junto a un buen amigo, pero a cambio tengo el mar mediterráneo a dos minutos andando, un privilegio al que espero sacar partido y valorar.
De lunes a viernes me desplazo al trabajo en bici. Lo hago por un carril bici que, desde prácticamente la puerta de casa, me lleva a una población de lo que algún día se conoció como "el cinturón rojo de Barcelona", un cinturón al que, a día de hoy y haciendo justicia a la innegable y vomitiva influencia que comportó por aquí la llegada de "Ciudadanos", ya se le llama cinturón naranja.
Sin duda alguna, el hecho de surcar en bici el litoral de Barcelona hasta el fórum y después el remodelado cauce del río Besós, me ayuda a mantener cierto optimismo y me aleja de atascos o de vagones atestados de rostros serios de los que solo puedo ver ojos y frente.
Hace tres semanas también que empecé a trabajar como enfermero en un centro de atención primaria, un centro que ya conocía y del que tenía buen recuerdo.

Corren tiempos raros y tengo sospechas de que trabajar como docente en este contexto, tal como conozco la profesión, me restaría años de vida e ilusión a marchas forzadas, y donde sí tengo claro que trabajar en un hospital me supondría algo así como un suicidio emocional.
Teniendo en cuenta que hace tres meses estaba en un paraíso terrenal de Colombia donde vivía ajeno a la pandemia y que, de no haberla habido, ahora estaría viajando en bici, ya por Italia quizás, en dirección al continente Asiático y sin rumbo fijo, lo cierto es que el hecho de adaptarme a esta nueva realidad un tanto insípida, me está suponiendo un pequeño reto.

Esta semana no ha sido fácil en lo profesional. Poner vacunas de la gripe en serie y hacer PCR'S como un autómata, me ha recordado a cuando trabajaba en cadenas de montaje de la industria de la automoción. Unido al monotema y a la histeria colectiva que el mismo provoca, todo ello ha hecho que me sienta como un estúpido eslabón de una cadena que mueve los engranajes del más absoluto sinsentido. Un sinsentido que no es nuevo y que solo ha supuesto dar una vuelta de rosca más al que ya existía. En fin, siendo todo temporal y pasajero, que todo sea sentirse algo inútil de vez en cuando.
Por otra parte, últimamente me ha dado la impresión de que la impronta que en mí dejaron algunas de las vivencias del año vivido en Sudamérica, se empieza a hacer patente ahora y ya en diferido. Pero esa es otra historia, u otras historias que quizás algún día se vean plasmadas en este espacio. 

martes, 16 de junio de 2020

Valentina y Marqués: Una historia Hispano-Búlgara de terror Europeo (II)

Balchic es una pequeña ciudad Búlgara, ubicada en la provincia de Dobrich, situada en el noreste del país, no muy lejos de la frontera con Rumanía.
Si llegas allí desde el país vecino, y mas concretamente desde Constanza (la última gran ciudad Rumana siguiendo la costa del mar negro), el contraste es notorio en varios aspectos.
La influencia Rusa se hace patente de golpe. No solo por la aparición y constante presencia del alfabeto cirílico en señales y letreros, sino también por la disminución del innecesario servilismo ante el turista de la Europa pudiente, y por el aumento de la dificultad para comunicarse en inglés.

Llegué allí viajando en bici y, tras ducharme y dormir algo de siesta en un austero hostal, salí a dar una vuelta por el paseo marítimo.
Era agosto y el sol de aquel atardecer calentaba sutilmente, mientras amagaba con empezar a esconderse.
Entre familias y acarameladas parejas que disfrutaban de las vacaciones, eran numerosos los gatos que también andaban por allí luciendo limpio pelaje y actitud despreocupada.
No suelo tener este tipo de pensamientos, pero recuerdo que aquella tarde, mientras veía aquellas parejas y acariciaba felinos cual solitario autista gatofílico, pensé que lo de viajar solo, según el día, no era fácil.
Para acabar de sumirme en la melancolía y disfrutarla por completo, cené en una pizzería de esas que trata de crear un ambiente proclive al romanticismo y, en consecuencia, se llena de parejitas.
Al lado de la puerta, junto a un refrigerador de helados, recuerdo el cuadro en el que centré mi atención gran parte de mi cena.
En él, un oso bailaba en pie, al son de la Galduka de su amo

Ocho meses después, en el día de Sant Jordi, mi novia, en aquel entonces, me regaló un libro sobre la historia de los gitanos Búlgaros y aquellos osos que tenían domesticados con los que se ganaban la vida. 
Por otra parte, el libro trataba la época comunista en Bulgaria y en otros países del este, e iba estableciendo un paralelismo entre la libertad que acabaron consiguiendo aquellos osos, y la supuesta “libertad” que supuso para algunos la disolución de la unión Soviética.
A cierta edad, la verdad es que pocas cosas materiales hacen ilusión. Se valora mucho más la intención y la ilusión que denota la elección de un regalo, y aquello me hizo más ilusión de la que pensaba que, a aquellas alturas, podían llegar a hacerme unas cuantas hojas de papel.

La etnia gitana es originaria de la región de Punyab, situada entre la India y Pakistan.
Tras haber practicado una vida más bien nómada durante algunos tiempo, acabaron estableciéndose en muy diversos lugares de Europa.
En Bulgaria hay una comunidad de unos 400.000 gitanos Romanies, aunque no son cifras oficiales, ya que la unión Europea no permite “discriminar” cuando se hacen censos en sus países miembros.
Ya sabéis, aquellas paradojas de la unión Europea: Sí a globalizar mercados para poder abastecerse de la mano de obra de países pobres y discriminarlos con sueldos miserables, pero no a reconocer la diversidad  y las identidades culturales, que eso es discriminar.
Hitler los calificó como “la plaga más grande de la población rural” y, tras los judíos, fue el segundo colectivo más castigado por su intento de exterminio de todo lo que no fuera raza aria.
Ya antes, se había legislado en Alemania para que fueran esterilizados químicamente o castrados.

La costumbre de domesticar osos con fines lucrativos no es algo que surgiera en Bulgaria, siendo una actividad ya practicada por los gitanos en su lugar de procedencia.
Con la consecución del casi pleno empleo y del exitoso sistema de bienestar social Soviético, gran parte de la población de etnia gitana disfrutó de empleos estatales y pudo prescindir de la necesidad de ganarse la vida mediante la explotación de aquellos pobres plantígrados.
Cayó la unión Soviética y con ella la protección social y, de nuevo, buena parte de la población gitana volvió a hacerse con un oso para ganarse la vida, recorriendo los pueblos y ciudades más turísticos de Bulgaria, ofreciendo espectáculos en lugares como aquella ciudad donde cené.
Espectáculos donde osos como Valentina, bailaban al son de la Galduka de su humanos gitanos, comían caramelos como recompensa y se dejaban caer gimiendo, cuando sus amos les pedían que imitasen a Hristo Stoichcov, aquel jugador Búlgaro de aquel F.C. Barcelona que hizo que, en aquellos tiempos, me apasionase el Fútbol.
Año 2007. Bulgaria entró en la unión Europea y, como si otros de sus países miembros no hicieran reprochables aberraciones y no se les permitieran, esta se vio con la autoridad moral para indicarle al gobierno Búlgaro qué tenía que erradicar el uso de osos con fines lucrativos para no desentonar con la Europa “civilizada”, esa que, por ejemplo, permite a sus países miembros pagar a países del sudeste Asiático para que le gestionen (tiren al océano) toneladas de sus residuos plásticos, o que se da la vuelta e ignora el cementerio en  que se ha convertido el mar mediterráneo, gracias a la crisis migratoria que ella misma provocó en Siria.

A día de hoy, la mayoría de aquellos osos danzarines, desdentados y con problemas neurológicos, debido al consumo de alcohol, están en varias reservas naturales donde, no con demasiado éxito, se les ha intentado devolver a una vida semisalvaje.
Allí algunos se adaptan, de alguna forma muy lejana a su estado salvaje, mientras que otros deambulan perdidos, agresivos y sin llegar a adaptarse nunca.
Sus antiguos amos y sus familias se quedaron sin su medio de subsistencia, sin la mascota a la que amaban y a la que en muchos casos, cumplido el proceso de domesticación, trataban como a un miembro más de la familia, y con la tristeza del que pierde a un ser querido.
Con este ultimo párrafo, no estoy tratando de argumentar que no fuera positivo el hecho de acabar con aquellas prácticas de abuso y maltrato animal.

España entró en la U.E en 1997.
España...”el mejor país del mundo” que rebuznan algunos. “¿Qué no?, ¿a qué hay que ganar?, ¿al COVID? Pues toma! Mayor numero de muertos por millón de habitantes!”.
España, el treceavo producto interior bruto del mundo. La playa de la Europa rica. La del viva el vino. La que acaba de abrir el espacio aéreo para turistas Alemanes, mientras aún no permite desplazarse a sus ciudadanos entre provincias. ¿Cómo no iba a hacerlo, si el exministro de interior Español Jorge Fernández Díaz acaba de confesar que el emérito papa Alemán, Benedicto XVI, le avisó de qué el diablo pretendía romper España? Ni los Catalanes, ni los rojos...el mismísimo diablo!

Los favores hay que pagarlos. Y por esas, siguiendo con el sucio cochambeo, siendo que España ayudó a Alemania en la segunda guerra mundial y le sigue comiendo el culo, ¿cómo se le iba a sugerir en 1997 a la gloriosa nación Española, aquella donde no se ponía el sol, que debería empezar a erradicar la tauromaquia? Ni en 1997 ni en 2020, año en qué la presidenta de la comunidad de Madrid acaba de sugerir que se homenajee a los sanitarios de España con una corrida de toros.
Mucho de lo que aún es España, en una sola imagen
Marqués era un pobre toro que en una tarde del año 2011 tuvo la desgracia de ser escogido para que lo toreara una escoria humana llamada Juan Jose Padilla.
Tras cornearle la cara, tratando de defenderse del intento de homicidio de aquel payaso vestido de luces, Marqués fue sacrificado, mientras que Padilla sobrevivió y, a día de hoy, debido al ojo que perdió aquella tarde, se hace llamar “el pirata”, teniendo en twiter la frase: “Dios es el ojo que me falta”.
Con esa frase y tratándose de un torero Españolazo (no gitano), ¿cómo no iba a ser recibido también por el papa Francisco?
La iglesia Católica también le debe mucho a esta clase de abominable gentuza de ultraderecha. Y a la inversa. Tanto el Franquismo como el nazismo fueron apoyados por la iglesia de sus respectivos países.
Así es la unión Europea: Injusta, clasista y fascista (siento la redundancia). Y siendo que el terrorismo, más que en bombas, consiste en ejercer la tiranía mediante el terror que provoca todo lo anterior, en conclusión, terrorista.
Amor por el toro
N. del A: El libro del que hablaba se titula "Los osos que bailan", del autor Polaco Witold Szablowski. Viniendo de un escritor de uno de los países más Rusofobos que existen en la actualidad, se deja leer, no haciéndose demasiado insoportable.

viernes, 12 de junio de 2020

Valentina y Marqués: Una historia Hispano-Búlgara de terror Europeo (I)

El post de hoy pivota sobre el eje de la gestación de la unión Europea, un tema que aunque inicialmente pueda no resultar muy sugerente, creo que os puede sorprender y, a parte de acabar disfrutándolo, resultaros muy clarificador para, viendo de donde venimos, entender donde estamos.
En todo caso, para fundamentar la segunda parte de esta historia (en el próximo post) y darle más sentido, necesitaba contextualizar algunos hechos históricos de los que, independientemente de eso,  hacía tiempo que quería escribir y así plasmar aquí.
Si os quedáis hasta el final de la historia, acabareis viendo aparecer a personajes tan diversos como un oso, un toro, un gitano y, para acabar de asemejar este vodevil a un circo ambulante, también un payaso vestido de luces.

Si bien la segunda guerra mundial acabó en 1945, lo cierto es que, en algunos aspectos, se cerró en falso, como ocurre en tantos conflictos armados, sobretodo cuando en ellos participan actores tan nauseabundos como los EEUU.
Aunque en la película "Salvar al soldado Ryan" te hayan mostrado a los Norteamericanos como los salvadores del mundo, lo cierto es que estos llegaron a las costas de Normandia cuando "el pescado ya estaba vendido" y la URSS ya habían cambiado el rumbo de la guerra y se había dejado en el campo de batalla a unos veinte millones de aquellos hombres que salvaron a la humanidad de los nazis.
El único e indecente legado que la historia debería haber asignado a los EEUU tras aquella guerra, es el de haber dado el pistoletazo de salida a la utilización de bombas nucleares en conflictos bélicos.

Una de aquellas dos bombas que los mayores terroristas de la historia de la humanidad lanzaron en las ciudades Japonesas de Hiroshima y Nagasaki, ya tuvo como posible destino a Rusia.
Ya con la guerra finalizada, en 1949, el general Curtis LeMay, famoso por haber dirigido aquellos bombardeos y habiendo recibido por ello el Doctorado Honoris Causa por varias universidades Norteamericanas, recibió el encargo de implementar la operación Dropshot, el plan que establecía el lanzamiento de trescientas bombas nucleares sobre la Unión Soviética, con fines "preventivos".
Se iniciaba la década de los sesenta, y el pentágono volvía a poner sobre la mesa un nuevo plan con el objetivo de “destruir China y la Unión Soviética como sociedades viables”.
Entiendo que pueda parecerlo, pero no me invento ni inflo nada. Se puede comprobar en el documento desclasificado y publicado el pasado quince de agosto del 2018 en la web de los Archivos de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington.

De forma paralela, y aunque el alumbramiento no se produciría hasta 1993, el monstruoso embrión de la actual unión Europea iba anidando en el útero de ese espectro llamado Alemania, que la URSS debería haberse anexionado por completo, y no solo parcialmente, tras el fin de la 2º guerra mundial.

Una imagen vale más que mil palabras
De haber sido así, ahora nos ahorraríamos escuchar la tan cacareada y cansina monserga del muro de Berlin.
De vez en cuando, aún oigo algún testimonio de algún Alemán quejicoso del comunismo y la época de la República democrática Alemana.
Ellos pueden expresar sus quejas, a pesar de ser descendientes o, directamente, ser de los que apoyaron a Hitler en aquella guerra.
Los hijos y nietos (no nacidos) de los más de viente millones de Soviéticos su país mató, no pueden dar su opinión.
Por otra parte, ademas de soflamas anticomunistas, también nos hubiéramos ahorrado la OTAN y las treinta bases Norteamericanas que, a día de hoy, hay en territorio Alemán.

Volviendo a la gestación de la unión Europea, esta se fue desarrollando con la constante presencia del espíritu nazi.
Los acuerdos, tratados e instituciones que fueron conformando aquel feto, contaron con la presencia de repugnantes personalidades como, por ejemplo, la de Walter Hallstein, abogado del Partido Nacionalsocialista, estratega político del Estado nazi y, décadas después, primer presidente de la Comisión Europea y uno de los doce firmantes de los Tratados de Roma de 1957, un acto que, extraoficialmente, se considera como el verdadero nacimiento de la U.E.
Otro ilustre nazi, presente en aquellos días que perpetraron la perpetuación del terror, fue Hans-Dietrich Genscher. Antes de ministro de Asuntos Exteriores de la Alemania Occidental y autor de un nuevo plan de profundización de la Unión Europea, fue miembro de las Juventudes Hitlerianas y de la Luftwafe —las fuerzas áreas nazis—, además de miembro del Partido Nazi —carnet NSDAP nº 10.123.636—.
Su pasado nazi y su condición de prisionero de guerra alemán no impidieron que alcanzase las más altas cotas de poder en la Alemania occidental y, tampoco, que se reconvirtiera en otro de los pilares y promotores de la U.E.
Sobre la formación de la U.E y demás monstruosidades similares, podéis encontrar más información en el post que adjunto del interesante blog "Un Vallekano en Rumania".

Y aquí entra en juego Bélgica, mi país de nacimiento. No la salva ni eso (solo faltaba...), ni el hecho de que den algo de justicia (la que no hay en el indecente e inmoral estado Español) y alojo al electo y legítimo presidente de Catalunya, Carles Puigdemont, o a Valtonyc, el rapero Mallorquín que España quiere encarcelar por enaltecer el terrorismo, cosa que el estado Español hace cada 12 de octubre al celebrar su terrorismo de estado, el que provocó un genocidio en Sudamérica y el que, tras no regenerarse en esa teatral farsa que fue la transición, ha seguido perpetrando mediante estructuras policiales y judiciales que rezuman infectos efluvios Franquistas.

Bruselas alberga el parlamento Europeo y, por otra parte, la sede de la OTAN, la organización criminal transatlántica en la que la U.E participa activamente y donde colabora con EEUU en su actividad terrorista a escala mundial. ¿O piensas que las bases que los EEUU tienen en 150 países del mundo son un adorno?
Como supongo que entenderéis, nada bueno pudo salir de un conglomerado así de mafioso y criminal, comandado por unas élites fascistas interesadas, básicamente, en mantener sus privilegios y en aniquilar los sistemas comunistas que, en aquella época, ponían en entredicho el capitalismo.


Paralelamente a todo lo relatado hasta ahora, allá por el año 1955, la burguesía Belga aún andaba ejerciendo su particular terrorismo en el Congo, esclavizando adultos y metiendo niños negritos en jaulas para divertimento de sus pequeños vástagos Europeos

lunes, 8 de junio de 2020

Paguitas y pegotes (II): "Mirando a la miseria a los ojos"

En una tranquila tarde otoñal, de hace algo más de cinco años, preparé el maletín asistencial, me subí al cochecillo del centro de atención primaria de Montcada i Reixac y me dispuse a hacer la ruta de domicilios que tenía asignada en aquella población de la comarca del Vallés occidental.

Me gustaba aquel CAP, me gustaban mis compañeras, mis jefas, el sueldo y también aquella función de visitar pacientes a domicilio un día a la semana.
Acabé apreciando aquella población, a pesar de hacer gala de un notable "feismo" en lo estético, y de un estatus socio-económico que poco tiene que ver con el de poblaciones cercanas como Cerdanyola o Sant Cugat del Vallés.
Difícil no acabar queriéndola, cuando fue recorriendo sus calles durante 6 años, en una ambulancia junto a Marc, donde pasé algunas de las mejores horas de mi vida. Riéndome con él y aprendiendo a su lado el significado de la palabra cuidar, un termino excesivamente manido en la carrera de enfermería, pero que rara vez había visto poner en práctica de verdad, o al menos no de una forma tan holística, palabra también muy usada en los estudios de enfermería y que a los dos nos hace reír aún por motivos que no escribiré aquí.

Aquella dirección me resultaba familiar, pero después de siete años habiendo recorrido aquel pueblo en la ambulancia, ¿qué dirección no me resultaba familiar ya?
Me abrió una mujer que no reconocí, al contrario que aquel edificio en que sabía que sí había estado. A medida que entré y recorrí el domicilio, fui situándome. Al abrir la puerta de aquella habitación, vi a aquel matrimonio que, definitivamente, sí conocía. Pero ya no era solo ella la que estaba en cama.
Tras tomarles las constantes, hablar con ellos un rato y hacerles el test de Barthel para corroborar el evidente avanzado grado de dependencia que presentaban ambos, me despidieron acariciándome la mano y sonriéndome con una expresión de profundo agradecimiento por el tiempo que les había prestado.
Pese a que, tras media hora allí dentro, ya me había acostumbrado, me supuso cierto alivio salir de la habitación y dejar de respirar aquel olor rancio, mezcla del olor de la orina y el del abandono.
Desde la muerte de mis abuelos, en aquellas situaciones me costaba algo más de lo habitual no dejar caer alguna lágrima. Siempre me duraba poco, eso sí.

Salimos de la habitación y la hija se puso a llorar y a explicarme que no tenía quien les cuidase, que ella no podía dejar el mísero trabajo que tenía, donde le pagaban una puta mierda por jornadas de doce horas, y que la nimia pensión de su padre (su madre no tenía) no permitía florituras del tipo de ingreso en esos mataderos que, como se ha evidenciado (más aún) con el COVID, suelen ser la mayoría de residencias.
Si no recuerdo mal, aquello estaba en espera de que servicios sociales moviera ficha y asignase algún tipo de ayuda personal al matrimonio. Una ayuda que, a buen seguro, sería anecdótica y que no resultaría suficiente, ni a nivel práctico y, desde luego, tampoco a nivel de satisfacer la necesidad emocional de aquella mujer de acompañar a sus padres en aquellos difíciles tiempos, previsiblemente, no muy lejanos a su muerte.

Quien no ha visto de cerca situaciones como la relatada (sin entrar en el índice de hogares pobres o en el de desnutrición infantil, impropio de un país perteneciente a la U.E) y no está a favor de la redistribución de la riqueza, es un ignorante y algo de disculpa tiene. Quien las ha visto y aún así está en contra de medidas como la "renta vital mínima", que el actual gobierno de España ha aprobado recientemente, es un psicópata.


A mí que la iglesia católica, la monarquía o el sector de la tauromaquia, instituciones patrocinadas con la "paguita" estatal, (la primera con una asignación estimada de 11.000 millones de euros anuales, y la segunda con 65.000 e solo en comida), opinen sobre el tema, solo me produce intensa repugnancia. Que ademas consideren que no es una medida pertinente, me suscita palabras de esas que, de ser expresadas en España, pueden ser motivo de ingreso al trullo por "delito de odio".
Que las "grandes fortunas" se puedan ir del país por nuevos impuestos que puedan afectarles, me sugiere decirles, al igual que le dijo Pablo Iglesias a Ivan Espinosa de los Monteros, "cierren la puerta al salir". Y es que si alguien es tan miserable que, teniendo un patrimonio de dos millones de euros (descontando los primeros 400.000 de primera vivienda), le molesta pagar 20.000 e de impuestos al año, creo que tenerle lejos es un verdadero placer y una enorme ganancia moral para el país.
Es esa misma gentuza que tiene miedo de que a partir de ahora, de explotar a sus trabajadores con la impunidad que acostumbran, estos dejen el trabajo y les digan que se lo metan por el culo.
Es importante tener claro el tipo de ratas interesadas en perpetuar el capitalismo.

Personalmente, sueño con una legión de receptores de "paguita", liberados de la dictadura del capital y ociosos. Libres para tomarse la cerveza y la tapita (si pueden vivir así y es lo que deciden hacer con su tiempo) o para leer, escuchar podcasts, poder mirar algo más que su propio ombligo y, con un poco de suerte, que las masas viren hacia una ideología socialista, ya sea por conveniencia o por convicción.
Al fin y al cabo y según la doctrina liberal, el ser humano es egoísta por definición e instintivamente tiende hacia el capitalismo. De ahí que, según ellos, el comunismo sea una utopía. Así que, de acuerdo a esa teoría,  serán pocos, y por pura necesidad, los que se resignen a vivir con la "paguita".

El viaje en el que ando inmerso me ha permitido vivir algún acontecimiento que me ha abierto los ojos en algunos aspectos y ha reforzado unos ideales que, aunque ya estaban fundamentados, necesitaban de alguna reforma.
Me impresionó vivir las protestas que tuvieron lugar en Ecuador el pasado mes de octubre. Me fascinó ver como gran parte de la población Ecuatoriana se volcó en aquello y paralizó el país durante un mes, forzando a Lenin Moreno a recular en su asqueroso e indecente servilismo ante el F.M.I  y los recortes que este exigía imponer al país.
Un triunfo de la clase obrera como aquel, solo es posible con una población con cierta libertad y no totalmente encorsetada por obligaciones económicas que le asfixie y no le permita salir a las calles si la situación así lo requiere.

“Exponer a los oprimidos la verdad sobre la situación es abrirles el camino de la revolución”

                                                                                                                                 Leon Trotsky

sábado, 30 de mayo de 2020

Paguitas y pegotes (I): "Conexión España-Argentina"

Echo de menos Argentina.
Si bien mi entrada al país y la estancia en Mendoza no fueron demasiado halagüeñas, los trekkings en alta montaña, los viajes en bici que hice en la Patagonia y el tiempo compartido allí con Marc y sus amigos, me dejaron muy buen sabor de boca.
Viaje en bici por la ruta de los siete lagos
El primer Argentino que conocí en mi vida, del que me llevé muy buena impresión, no lo conocí en Argentina, sino en Serbia.
Tras haber pedaleado cien kilómetros siguiendo el curso fluvial del río Danubio, en el transcurso de un viaje en bici por el este de Europa, llegué a Belgrado en una calurosa tarde de julio del 2018.
Entré al Hostel "Fair and Square" (muy recomendable) y el recepcionista cambió al Español al escuchar mi acento al hablar Inglés.
El tipo era un Argentino que trabajaba allí, a cambio de manutención, mientras hacía un doctorado sobre el conflicto que acabó derivando en la guerra de los Balcanes, la disolución de la antigua Yugoslavia y sus posteriores consecuencias geopolíticas.
Aquella fue la primera vez en mi vida en que me hubiera gustado que un Argentino me diera la turra con sus historias. Y no sé si fue por el hecho de que no era Porteño o por qué nunca hubieron mujeres presentes en nuestras conversaciones, pero la cuestión es que el tipo estaba mucho más interesado en mi viaje que en hablar de él mismo.

Dos años antes había tenido una novia medio Argentina (había nacido y vivido allí hasta los 20 años) con la que compartí un tiempo especialmente significativo de mi vida y de la que guardo gran recuerdo, y mi predisposición hacia los Argentinos ya había mejorado un poco.
Ella contrarrestó, en gran medida, el concepto que me había formado sobre ellos, tras unas cuantas horas de conversaciones con un buen amigo Uruguayo y con algunas de mis propias experiencias.
Si lee esto algún Argentino/a, espero que no se ofenda. España es un destino predilecto para mucho Porteño con ciertas ínfulas y aires grandilocuentes. ¿Y para qué engañarnos?, también con admirables habilidades para enbelesar féminas, cosa que por cuestiones antropológicas y algo primarias, nos suele joder a Catalanes y Españoles.

Ya en Argentina, acabé conociendo muy buena gente, y en Cartagena de Indias (Colombia) fui topando, de una forma bastante casual, con varios Argentinos de muy buena onda y de los que guardo bonito recuerdo a pesar del poco tiempo que acabé compartiendo con ellos.
Una de ellos/as fue una profesora con la que concerté un "Couchsurfing" en Dina Huapi, un pequeño pueblo junto a San Carlos de Bariloche.

Pocos meses atrás se habían celebrado las elecciones en Argentina, y las había ganado Alberto Fernández, representando una coalición peronista-kirchnerista, que había conseguido derrotar a Mauricio Macri y devolver así a Argentina a la senda de las políticas sociales.
Hablando con aquella mujer de los motivos que aducían los detractores de Alberto Fernández, basados en sus reticencias a los subsidios y las "paguitas" (por el supuesto freno que suponen para el desarrollo de un país), ella concluyó con un tajante: "Yo lo único que sé es que ahora mis alumnos no vienen con hambre a clase, cosa que antes sí ocurría".
A mí este tipo de motivos cada día me convencen y me ganan más. Más aún si vienen de una persona ilustrada (hablo de algo muy diferente a estudios reglados) y con suficiente experiencia en la vida para haber tenido tiempo de comprobar la miseria moral que comporta el liberalismo.

Unos meses después, desayunando en la terraza de un hostel en Cartagena, coincidí con otra profesora de Córdoba con un discurso casi idéntico.
Hablando sobre el impuesto del 30% a las compras y viajes al exterior que Alberto Fernández impuso tras su llegada al poder, para promover el turismo y el consumo interno y recuperar así el eterno déficit de las arcas públicas Argentinas, me dijo: "Yo estoy contenta por poder contribuir a la recuperación de la economía de mi país y pago a gusto. Además, así me obligaré a viajar más por mi país y tendré la oportunidad de conocerlo".
"No hay más preguntas señoría", pensé. Es a partir de estos niveles de empatía y de supremacía moral (que diría el nazi de Santiago Abascal), que acabo conformando mi propio concepto de la idiosincrasia de un país.

Hoy el actual gobierno Español comunista (cágate lorito) del "coletas" ha aprobado la "renta mínima vital", un hito histórico que hace que me sienta un poquito reconciliado con el concepto de España y un poquito menos avergonzado de la ignominiosa y deshonrosa nacionalidad que consta en mi D.N.I.

La que no está tan contenta por ello es la Marquesa Cayetana Álvarez de Toledo y Peralta-Ramos (esta gente de rancio abolengo suele tener apellidos para dar y regalar), que se lleva la "paguita" del estado Español, por ensuciar el congreso de los diputados como portavoz del PP.
Hija de la oligarquía argentina, de orígenes castellanos, heredera de los que invadieron y saquearon América Latina, de aquellos que robaron a los hijos de las mujeres pobres de su país y de los que hicieron desaparecer a miles de militantes por la justicia social, esta botarate es la directora del área internacional de la fundación FAES de Aznar y se dedica a hacer el ridículo en Twiter.

¿Se puede ser más ridícula y despreciable? Sí, si eres Cubana y, como Rocio Monasterio, representas al fascismo de VOX en Madrid y despotricas del comunismo porque a tus padres les expropiaron su esclavista negocio de caña de azucar.

De menuda joyita se han librado en Argentina y menudo pegote tenemos que subvencionar con "paguita" estatal en España. Como si la derecha Española no tuviera suficiente cochambre autóctona.

En la segunda parte de este post argumentaré el porqué de mi satisfacción con la "paguita", una medida con la que hace un año no hubiera comulgado de forma tan radical, pero que ahora me reconcilia en cierta medida con un país que, eso sí, siempre consideraré ajeno.

jueves, 21 de mayo de 2020

De Ucrania a Catalunya. Horrores y errores en el camino hacia la independencia.

Hacía mucho tiempo que demoraba un post sobre un tema del que me interesa y me motiva especialmente escribir.
Hay dos motivos para ello: Por una parte, por lo representativo y clarificador que espero que resulte al respecto de la miserable y criminal forma en que occidente sigue interfiriendo en países que considera claves como piezas del tablero geopolítico mundial, y para la consecución de sus intereses.
Por otra parte, creo que puede ser paradigmático del gran error que supone dejar cualquier proceso revolucionario -la independencia de Catalunya, en este caso- en manos de formaciones políticas con ideologías de derechas. Y es que a la acertada frase de "la revolución será feminista o no será", añadiría yo qué será de izquierdas o no será.

Lo que ha desencadenado que me decida a escribir el post ahora, son una serie de noticias que se han ido sucediendo en los últimos tiempos y que creo que, de alguna forma, cierran un círculo.

Es imposible relacionar los hechos que pretendo, sin rememorar algunos sucesos y contextualizarlos. Más aún, cuando creo que la gran mayoría de los que leáis esto, no los recordareis apenas, y me atrevería a decir que el 90% nunca supisteis los detalles claves necesarios para poder posicionarse con criterio.

Corrían los primeros meses del año 2014 y cada día llegaban noticias desde Ucrania sobre una supuesta preciosa revolución de colores en la calles de Kiev. El epicentro de la misma era la plaza Maidan y el nombre que le pusieron a aquel movimiento fue el Euromaidan.
Según la propaganda oficial, la indefensa, maravillosa y nada manipulada ciudadanía de Kiev estaba siendo masacrada por la policía del malvado presidente Víktor Yanukóvich, prorruso y poco receptivo a los cantos de sirena de la Europa occidental.
El motivo era que los Ucranianos de a pie se estaban manifestando pacíficamente a favor de pasar a ser parte del eje del bien, abrazarse a la maravillosa Europa occidental y desvincularse de una vez por todas de Rusia, miembro honorifico del eje del mal.
Al final y tras meses de conflicto, aquello acabó con la supuesta victoria de los manifestantes, el derrocamiento de Yanukóvich, cien mártires a los que se les llamó la "centuria celestial", y con un supuesto prometedor horizonte lleno de esperanza y libertad.
A día de hoy, la realidad es que Ucrania sigue igual de pobre o más, ya no puede disfrutar del acuerdo de libre comercio que tenía con Rusia y de las ventajas que ello le daba (sobre todo en materia energética), y ademas ha perdido la península de Crimea (aunque nunca lo ha reconocido, parece evidente que Rusia recuperó un territorio que le había pertenecido hasta 1954 y cuya población se siente Rusa en su inmensa mayoría), por no hablar de las 13.000 perdidas de vidas humanas en la guerra del Donbass, que Ucrania sigue librando contra sus propios ciudadanos prorrusos.

¿Qué motivó y qué sucedió en realidad en el Euromaidan?
Tras meses de negociaciones con la unión Europea, Víktor Yanukóvich, presidente de Ucrania en 2014, se negó en el último momento a firmar un acuerdo que nunca acabó de ver claro, a pesar de las presiones de la Europa pudiente y la de los Oligarcas Ucranianos que, en aquel país, siguen siendo dueños y señores del estado.
La razón que adujo Yanukóvich fue que quería a Rusia (con la que tenía acuerdos que se romperían si firmaba aquel acuerdo) en la mesa de negociación, a lo que la unión Europea se negó tajantemente.
Los medios de comunicación se hicieron eco de la negativa a firmar de su presidente.
Aquello desencadenó que grupos de estudiantes, hartos de la corrupción sistémica de su país, salieran a manifestarse pidiendo cambios significativos en las instituciones Ucranianas. No la adhesión a Europa y la desconexión con Rusia, específicamente, tal como se explicaba en los medios de comunicación.
Una muy representativa foto de los amigos que querían hacer los oligarcas Ucranianos
Posteriormente, la espontaneidad inicial de aquellas manifestaciones se empezó a ver intoxicada por grupos de extrema derecha con estética neonazi, y con una sorprendente organización e infraestructura que era de todo menos espontanea o barata.
Llegaron los muertos. Ahora se sabe que de los 100 muertos, entre 35 y 40 fueron policías (los supuestos "malos") de Kiev. Se sabe también que se contabilizaron como víctimas, y parte de la "centuria celestial", a muertos que no tuvieron que ver con la violencia de los tumultos.
Y lo más importante, se sabe que la manifestación estaba infestada por mercenarios a sueldo (incluyendo a francotiradores Georgianos y Lituanos), que tenían como misión abrir fuego, dinamitar las manifestaciones y ejercer violencia de alta intensidad contra la policía para que esta respondiera con fuego, el caos se desatara, hubieran victimas inocentes y el pueblo enfureciera y exigiera la caída del gobierno.
Resultado: Cayó el gobierno de Yanukóvich, mediante la forma en que actualmente se derrocan los gobiernos que no comulgan con el imperio del bien, es decir, el golpe de estado híbrido.

Pero hay mucho más.
Actualmente, a raíz de las disputas entre el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y el candidato a presidente (vicepresidente en la legislatura de Obama), Joe Biden, ha salido a la luz que Biden fue el encargado de las relaciones diplomáticas con Ucrania y que, gracias a ello, su hijo Hunter Biden trabajó en el congreso de administración de una de las más importantes compañías de gas de Ucrania, cobrando 600.000 dolares anuales.
Para poner el broche final a tan truculenta historia, hay un documental donde Joe Biden, entre risas y y jolgorio, presume de haber forzado a Petró Poroshenko (el presidente que relevó a Yanukóvich tras el golpe de estado) a relevar de su puesto al fiscal general de Ucrania, por haber iniciado una investigación por corrupción contra la empresa de gas donde trabajaba el hijo de Biden.
De no hacerlo, nunca llegarían a Ucrania las ayudas económicas que los Estados Unidos le habían prometido a Poroshenko.
La realidad, a día de hoy, es que muchísimos Ucranianos se sienten realmente engañados y les gustaría poder volver al 2014.
Llegados a este punto, alguien pensará: "¿qué tiene que ver aquí Catalunya y su proceso de independencia?".
¿Recordáis un vídeo llamado "Help Cataluña" que lanzó Òmniun cultural para mediatizar el conflicto Catalán y denunciar al indecente estado Español a ojos de Europa?.
El fin era loable, pero los medios fueron nauseabundos. Hubo quien criticó el vídeo por el hecho de que imitaba al vídeo que el movimiento Euromaidan hizo en su día para mediatizar su causa y ponerla ante los ojos de la Europa "civilizada" (estas comillas tienen sentido desde ya, pero lo tendrán más aún al final del post).
Para mí el problema no es imitar un vídeo, sino algo mucho más grave, como es no saber mirarse más allá del ombligo (algo muy propio de quien no profesa ideologías "radicales" de izquierdas) y compararse con el movimiento Euromaidan, cuando ya en aquel entonces habían sospechas, más que fundamentadas, de que aquella supuesta revolución de colores Ucraniana olía muy mal.
Aquel tremendo error desvirtuó el proceso de independencia a ojos de la izquierda (la real) Española y Europea. Ante Rusia tampoco quedamos como unos revolucionarios precisamente.

Para acabar, ahí voy con la traca final.
¿Qué intereses tenía la Europa pudiente en llegar a acuerdos comerciales y de "semilibre" circulación con Ucrania?. ¿Y las oligarquías de Ucrania en que esta firmase los acuerdos con Europa?
Hay muchos. Los que conozco, o supongo, y los que no. En todo caso, sería muy cansino abordarlos todos, así que me voy a centrar en uno especialmente nauseabundo e indigno.
Ahora mismo hay unos 100 bebés en Ucrania, fruto de gestación subrogada (o vientre de alquiler, como se conoce coloquialmente), a los que sus indignos y explotadores padres de la Europa civilizada (¿recordáis las comillas de dos párrafos atrás?) no pueden recoger, debido a la pandemia.

35 de los bebés en el hotel Venice de Kiev
Después de que varios países Asiáticos (India, Nepal y Tailandia, entre ellos) prohibieran la práctica, debido a la abusiva explotación (triple redundancia) a la que se sometía a sus mujeres, Ucrania se ha consolidado como el país de referencia a la hora de obtener un niño gestado en el vientre de una pobre (económica y moralmente. La primera pobreza suele conllevar la segunda) infeliz que es explotada, como si fuera una vaca en una granja, para que alguna feliz, adinerada y explotadora parejita de la Europa rica tenga el hijo que no le ha dado la gana de adoptar.
Parejas Españolas liandola parda, mucho antes de la pandemia, por no poder sacar a los bebés de Kiev por problemas con el pasaporte. La bandera de España siempre presente a la hora de adornar cualquier tipo de acto asqueroso y nauseabundo que tenga que ver con la explotación de otros pueblos.
Si habéis llegado al final (lo consideraría una gesta), espero que os dé la sensación de que he cerrado un circulo y de que os haya compensado hacerlo.

N. del A: Si os habéis quedado con ganas de saber más sobre el Euromaidan o la guerra del Donbass, recomiendo un documental de Ricardo Marquina, un periodista Español que posee uno de los mejores canales que se pueden encontrar en Español en Youtube, sobre Rusia y los conflictos geopolíticos de los países de la extinta unión Soviética.
Aunque es antiguo y ha quedado algo obsoleto por las nuevas informaciones y evidencias de las que no se disponían en aquel momento, trata el conflicto con objetividad y da voz a todas las partes implicadas.

lunes, 11 de mayo de 2020

Amor y misterio en Užupis (parte IV)

Fiódor abrió una botella de Vodka "Tsarskaya" y nos lo sirvió en unos pequeños vasos cuidadosamente ornamentados con motivos del folklore Yakuto.
Reconocí aquella marca. Era un Vodka de altísima calidad y el favorito del Zar Pedro "el grande" de la dinastía de los Romanov. 
No tenía a Fiódor por un tipo roñoso, pero que abriera aquella botella indicaba que la ocasión no era una cualquiera para él.
Tras tres rondas (seis para Fiódor), aquel hombre de duras facciones Orientales, me miró serio.

– Amancio, jamás estaría aquí hablando contigo si fuera por mí, pero confío en la sabiduría e intuición de mi mujer, y ella creé que mereces nuestra confianza.
Sabiendo lo que sabes ahora, aún puedes volver a tu país y seguir con tu vida tal como la conoces. 
Si tu intención es quedarte, tal como parece ser, seguiré contándote algunas cosas más de las que mi esposa te acaba de contar. Eso sí, después de ello, tu vida habrá cambiado para siempre – me dijo Fiódor.

Llegados a aquel punto y aunque no hubiese estado enamorado de Audra, no me imaginaba algo mejor que hacer con mi vida que quedarme allí escuchando lo que Fiódor me tuviese que decir y afrontar las más que seguras emocionantes consecuencias.

– Su hija no es un capricho para mí señor, y no me voy a separar de ella. Agradezco su confianza y me gustaría escucharle – le contesté sin titubear.
– Bien, como ya sabes, mi nombre real no es Mikita y no soy de Minsk. Esa es la falsa identidad que se me asignó para protegerme tras el final de la guerra. 
Trabajo para el KGB y, después de la gran guerra patria, estamos quizás ante la situación más complicada de nuestra historia.

Me vino a la cabeza la figura de Jaime Ramón Mercader del Río, aquel Catalán, militante comunista y agente del servicio de seguridad soviético que, por encargo de Stalin, tras ir hasta Mexico y hacerse novio de Sylvia Agelof, la hija de León Trotski, para poder acceder a él, lo mató clavándole  un piolet en la cabeza.
El arbol del espionaje Soviético tenía ramas por todo el mundo y, aunque yo, Amancio De los Cobos Brugillo, era un simple "pelagatos" y no León Trotski, lo cierto es que ahora también estaba en disposición de poder traicionar a la unión Soviética.
Supongo que Stalin no conocía de mi existencia, pero Fiódor sí.

– Como ya debes saber, en agosto se celebró la "Baltijos kelias" (vía Báltica). Una gran cadena humana unió Tallin, Riga y Vilnius, las tres capitales de las repúblicas Bálticas – me dijo Fiódor.

– Como para no acordarme – pensé. 
Aquella manifestación y clara expresión de buena parte de los ciudadanos de Lituania, Letonia y Estonia a favor de la independencia de sus pequeñas repúblicas, había resonado con fuerza en todo el mundo.
Nunca había tenido una clara opinión al respecto. Pero recordaba aquellos días, tan solo cuatro meses antes, cuando, en mi base militar en Murcia, el tema estaba en boca de todos mis compañeros y superiores. Lo más suave que se escuchaba era: "A esos comunistas de mierda se les está acabando la broma..." y frases por el estilo.
Mirando atrás, no me reconozco. No sé cómo pude aguantar durante tanto tiempo aquel nauseabundo ambiente post-Franquista. Pero aquello iba haciendo mella en mí y cuantos más comentarios así oía, más simpatía crecía en mí hacía aquellos "rojos comeniños".

– Lituania, al igual que Estonia y Letonia, está llena de agentes de la CIA ahora mismo – continuó Fiódor  – La OTAN está ejerciendo altas presiones en los mandatarios de las tres repúblicas. 
Se les está empujando a proclamar la independencia mediante promesas de apertura de mercados hacia los países del bloque occidental y liberalización del sistema económico. 
Eso supondrá la libertad total para implantar el capitalismo y que se enriquezcan, tanto ellos como todos los estratos altos de la sociedad. Pero el pueblo, aunque lo ignora, quedará ante la más absoluta desprotección social.

  –  záychik (pequeña liebre) – interrumpió Audra a su padre – Gabija vino ayer a casa para decirme que en breve necesitará mover hilos en en plano terrenal. Que enero será un mes decisivo en la historia de esta república y que soy la designada para, a través de mi cuerpo, no permitir que las fuerzas del mal vuelvan a quebrantar el equilibrio espiritual de estas tierras.

Tras terminar con la botella de Vodka, ante el discurso cada vez más radical de Fiódor y el relato sobre situaciones y hechos que no era necesario que yo conociese, Audra se levantó y anunció a la familia que nos ibamos a dormir.
La idea de dormir allí y la insistencia de Daina para que durmiéramos juntos, me aterraron.
Las estrecheces de la pequeña cama de noventa centímetros que Audra aún tenía en la habitación que le había pertenecido en su infancia, me recordaban que dormir allí era una insensatez. Por no hablar de aquel ruidoso somier que chirriaba con tan solo tocarlo, y de aquel cabecero que, apoyado en un murete que, en su otro lado, tenia apoyado el cabecero de la cama de Fiódor, hacía que se me encogiese el alma.
Confiaba en mi autocontrol y absoluto respeto por Fiódor, pero mi relación con Audra aún no había cumplido el mes de vida y la capacidad del ser humano para autoengañarse con la mentira que más le gusta o le conviene, es impredecible. Tanto como si yo sería capaz de evitar a Audra en caso de que me despertara en mitad de la noche tras haber tenido sueños paganos, o si sería capaz de no engañarme pensando que, al fin y al cabo, ese somier no era tan ruidoso, ni el murete que separaba aquellos dos cabeceros tan fino.

Tras una apacible noche, amaneció. Audra se levanto de la cama para ir al lavabo.
Cinco minutos después me despertaron sus gritos. Entré corriendo al lavabo y, desnuda y empotrada contra una esquina, gritaba mientras señalaba algo en la bañera. Una enorme araña caminaba tranquilamente por la misma.

– Mátala, mátala!! – me repetía una y otra vez.
– ¿Qué dices? No la voy a matar – le contesté.
Me miró desquiciada y, aunque no dijo nada, pude imaginar sus pensamientos, de naturaleza medio Eslava, sobre cuales eran mis responsabilidades como hombre, en una situación como aquella.
– Me siento afortunado y feliz, desde el día que te vi desnuda, así que sé lo contenta que vivirá esta araña el resto de su vida, y no voy a ser yo el que le prive de ello – le dije.
Sonrió y olvido sus expectativas sobre como se suponía que yo debía actuar en aquella situación.
En el fondo, una vez superada la histeria del momento, le gustaba que respetara la vida de un insecto. También que le dijese lo feliz que me hacía verla desnuda.

Los bosques bálticos son mágicos para mí. Con sus grandes abetos, nogales y abedules nevados, lo son más aún. Recorrer sus senderos en compañía de Audra, me hacía sentir que tenía más de lo que merecía o tenía derecho a pedirle a la vida.

– Amo a tu padre – le dije a Audra – Creo que el día que te pida que nos casemos, lo haré tanto por ti, como por saber que eso me convertirá en su yerno.
– Pues quizás convenga que lo hagas pronto... – me contestó – Estoy embarazada.

No sé si, a día de hoy, podría iniciar una relación seria con una mujer de la que pudiera dudar llegado un momento así. Creo que sí podría haber sucedido en aquellos tiempos, pero de ella no dudé ni por un solo segundo.

– Vaya..."¿y cómo ha sucedido?" – acerté a contestarle para coger aire y gestionar un momento que, aunque no esperaba en absoluto, me llenó de alegría y me dejó en shock a la vez.
Contestó con aquella mueca de fingida inocencia que sabía dibujar en su cara y que tanto me gustaba. Podría haberle sorprendido en nuestra cama sumergida en una orgía y, si me hubiese hecho aquella mueca, hubiese conseguido que pensase que estaba siendo obligada a estar allí.
Nos abrazamos intensa y prolongadamente, sumergidos en el silencio de aquel bosque nevado, tan solo roto por el sonido de agua corriendo por un pequeño riachuelo con más estalactitas que agua en estado liquido.

– No es un buen momento para esto záychik – me dijo con algunas lágrimas cayéndole por las mejillas – tengo mucho miedo. Mi padre tiene razón en muchas cosas de las que dice y pienso como él, pero la realidad es que se ha llegado a un momento en que gran parte de Lituania quiere separarse de la unión Soviética, y aunque sé que es un error, no soporto la idea de que esta situación conlleve más dolor...sé que es pan para hoy y hambre para mañana, pero no quiero que nadie de mi entorno vuelva a perder un solo ser querido más – Concluyó Audra.

Recordaba haber leído en mi infancia el libro "rebelión en la granja" de George Orwell.
Ya en Lituania, me di cuenta de que el hecho de que los dirigentes de la unión Soviética fueran representados por cerdos en aquella obra, no era ninguna casualidad. Y de que el problema para aquellos que utilizaban aquel libro como propaganda anticomunista, no era la presencia de unos pocos cerdos en la granja, sino el hecho de que la granja no se pudiera derribar para convertirla en una gran piara. Una enorme pocilga abierta a occidente, donde tanto las clases pudientes de la unión Soviética, como cualquiera que viniera de fuera con ganas de retozar, pudieran ser cerdos también y revolcarse en el barro libremente. Y que el resto de animales tuviesen que irse de allí y buscarse la vida en un mundo cruel e indigno para el que nadie les había preparado.

Respecto a las clases sociales más humildes de Lituania, la cruda realidad es que por cada vídeo musical de la MTV que entraba al país, habían mil Lituanos que dejaban de valorar el hecho de no pasar hambre ni frío y de no ver a ninguno de ellos en la calle, y pasaban a pensar que el muro de Berlín les estaba privando de la libertad de poder optar a tener vidas como la que veían en aquellos vídeos.
El enterarse de que había algo, llamado chocolate o plátanos, que ellos no tenían la libertad de comer, hacía que se olvidasen del hecho de que no vivían en riesgo de quedarse sin techo un día, dependiendo de cómo les pudiera ir la vida.
El hecho de que la sanidad o la educación estuviesen totalmente subvencionadas y de que las necesidades más vitales estuviesen aseguradas para todos los ciudadanos, pasaron a ser futilidades en la escala de valores de muchos, que soñaban con ese mundo del otro lado del telón de acero donde podías tener más de lo que necesitabas, aunque eso supusiese que los hijos de tus vecinos pasasen hambre.

Aquellas navidades fueron felices para mí.
Hacía años que no había disfrutado especialmente de aquellas fiestas, pero celebrarlas en Vilnius, con el espeso manto de nieve que cubrió la ciudad aquel año de 1990, y vivir aquellas celebraciones paganas que me transportaban casi a otras épocas, fue algo así como volver a la infancia.
Por no hablar de mi futura paternidad. Aunque en aquel entonces lo que había en el vientre de Audra no era más que un embrión de cuatro o cinco milímetros, me entusiasmaba pensar que podía escuchar las notas musicales que invadían nuestra vieja casa en Užupis cuando ella tocaba su violín.

Por otra parte, no todo fue paz y sosiego en aquellas navidades.
Audra y Fiódor discutieron mucho y aquello ensombrece mis recuerdos de aquello días..
Fiódor no soportaba la idea de que las injerencias externas y los intereses capitalistas de occidente, pudieran socavar aquella unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas que, a pesar de integrar diferentes etnias y sensibilidades culturales y religiosas, se había mantenido unida hasta entonces, y en la que, de alguna forma, aún perduraba algo del espíritu de la revolución proletaria de 1917.
Fiódor no veía personas en los ciudadanos partidarios de la independencia de Lituania. Veía robots totalmente abducidos a los que habría que aplastar en el caso de que las cosas llegaran a una situación límite. De no hacerlo, sería occidente el que aplastaría lo construido con tanto dolor y sacrificio de vidas humanas.

Audra entendía y respetaba a su padre como nadie más podía hacerlo. Estaba de acuerdo con él y le hubiese gustado que las cosas fuesen de otra forma, pero no lo eran y, aunque le dolía, respetaba la decisión de su pueblo y sus pretensiones de soberanía.
En las calles de la ciudad se respiraba un evidente clima antisoviético y, tras los informes de KGB de que los mandatarios Lituanos perpetraban la inminente y definitiva escisión del territorio Lituano, Moscu envió los tanques del ejercito Soviético a Vilnius.

Desperté en la madrugada del doce al trece de enero. Me volteé hacía el otro lado de la cama, buscando el cuerpo de Audra. No estaba allí. Me levante al lavabo y tampoco la encontré. Ni rastro de ella en toda la casa. Lenin maullaba desconsoladamente. Un escalofrío recorrió mi cuerpo desde la cabeza a las puntas de los pies.
Me vestí y salí de casa. Corrí hacía el centro. Tanques Rusos recorrían las calles y el ejercito se había movilizado para tomar el control de puntos estratégicos de la ciudad, como el parlamento o la torre de la televisión en las afueras de la urbe.
Corrí desesperado por aquellas calles. Habían muchos heridos y se rumoreaba que algún muerto.
Los ánimos estaban caldeados y grupos de independentistas blandían la bandera de Lituania interponiéndose al paso de los tanques Rusos. Aquello era un polvorín. Debía encontrar a Audra.

Grupos de manifestantes empezaron a movilizarse hacía la torre de la televisión ante los rumores de que el ejercito Ruso pretendía hacerse con ella.
Corrí y corrí todo lo rápido que mis piernas y mi corazón me permitieron.
Aquellos siete kilómetros se me hicieron eternos.  Recuerdo la sensación de impotencia al no saber si aquello sería útil y la encontraría en la torre, mezclada con la incerteza provocada por no saber si habría sido poseída por Gabija, tal como ella había venido a anunciarle un mes antes. De ser así, no sabía si sería posible verla físicamente.
Saber que estaba embarazada, tampoco ayudaba, y convertía aquello en, si cabía, una situación más preocupante aún.

Lo recuerdo como si fuese ayer. Cruzando el bosque donde hoy está la Reserva natural de Karoliniškės, empecé a escuchar lo que me parecieron gritos.
Aceleré el ritmo aún más. Necesitaba llegar allí, encontrar a Audra y comprobar que estaba a salvo.
Llegué. Las tropas Rusas tenían cercado el recinto y los grupos de manifestantes que les habían estado esperando, les impedían entrar y tomarlo.

De nuevo, aterradores gritos venían de entre los manifestantes.
Desde fuera, pude ver como habían cuerpos ensangrentados en el suelo y cundía el caos. Algunos se escondían donde podían. Otros levantaban los brazos y gritaban mirando hacía los edificios próximos. Otros empezaron a sacar a los heridos, entre desgarradores gritos de ira y dolor, fuera del recinto para que se les pudiese atender.

Se oyó un disparo y de nuevo vi un cuerpo caer al suelo. Ahí entendí que se estaba abriendo fuego contra los manifestantes.
Me acerqué para intentar ayudar. Desde lo alto de un tanque, un militar Ruso, con mirada de hielo y gesto impasible, me miró. Recuerdo aquel momento. La situación y la aparente evidencia de lo que estaba sucediendo, sumado a la educación que se me había inculcado y el mensaje anticomunista que, se quiera o no, siempre cala de alguna forma en occidente, se mezcló con aquella mirada y les odié. Deseé que todos aquellos tanques explotaran, y que aquellos invasores se fueran y jamás volvieran a molestar a las gentes de aquella pequeña república.

Escuché mi nombre. Levante la mirada y vi a Kristina, una compañera de estudios de Audra que, junto a más manifestantes, sacaban un cuerpo fuera del recinto.
Kristina me miraba con la cara desencajada y repetía mi nombre. Corrí hacía ellos y el cuerpo que arrastraban era el de Audra . Tenía una herida de bala en la cabeza, le salía sangre por un oído, tenía los ojos cerrados y no se movía.

Ahora que, quince años más tarde, escribo sobre lo sucedido, lo hago desde la paz que me ha dado la perspectiva del paso del tiempo. También desde la felicidad que me da saber que Audra pasó aquella noche intentado que aquellas aguas no se agitaran aún más de lo que ya lo estaban. Lo consiguió en parte. También traer a Ugné al mundo antes de irse.


Audra se aferró a la vida unos meses más. Los suficientes para alumbrar a nuestra hija.
Ugné estudia piano y violín. Cuando llega el buen tiempo le gusta bajar al lecho del río Vilnia, a pocos metros de casa, y tocar el viejo piano abandonado que allí reposa.
Llega allí con una vieja bici de la que no quiere deshacerse, pese a que le empieza a quedar pequeña.

A veces le acompaño y le oigo tocar. Suelo pensar que parte de Audra vive en ella. No solo por su cabello pelirrojo, igual que el de ella, el de su abuela o el de Gabija.
Sobre esta, no sé si poseyó a Audra, o no, aquella fatídica noche. Solo espero que no se le vuelvan a dar motivos para volver.
Daina sigue viviendo en la dacha de Druskininkai y le encanta que vayamos a visitarla.

Fiódor se suicidó unos días después de "los sucesos de enero".
No soportó lo de Audra, ni que la mayoría de Lituanos pensaran que la gran madre patria había ejecutado, de una forma tan cobarde e indigna como fueron los disparos de francotiradores desde azoteas, a sus propios hermanos. Más aún, habiendo vivido aquella noche desde el centro de control del KGB en Vilnius y sabiendo de primera mano las directrices de minimizar los daños, venidas desde Moscu.


N. del A.: Esta parte del relato mezcla grandes dosis de realidad, trufada con algo de ficción.
La noche del doce al trece de enero de 1991 se saldó con trece muertos (de once a quince, dependiendo de la fuente) y cifras cercanas a los mil heridos.
Diez años después de aquellos hechos, Audrius Butkéviciusel, director del departamento de defensa de Lituania en aquel momento, reconoció que los francotiradores que provocaron la mayoría de muertos, eran parte de un pseudoejercito paramilitar financiado y dirigido por el gobierno de Lituania:
“No puedo justificar mi acción ante los familiares de las víctimas, pero sí ante la historia, porque aquellos muertos infligieron un doble golpe violento contra dos bastiones esenciales del poder soviético: el ejército y el KGB. Así fue como los desacreditamos. Lo digo claramente: fui yo el que planeó todo lo que ocurrió. Había trabajado bastante tiempo en la Institución Albert Einstein con el profesor Gene Sharp, que entonces se ocupaba de lo que se definía como “defensa civil”, en otras palabras la guerra psicológica. Sí, yo programé la manera de poner en dificultades al ejército ruso, en una situación tan incómoda que obligara a cada oficial ruso a avergonzarse. Fue guerra psicológica. En aquel conflicto no habíamos podido vencer con el uso de la fuerza, eso lo teníamos muy claro, por eso trasladé la batalla a otro plano, el del enfrentamiento psicológico, y vencí”.

Aunque esta forma de operar, por parte de la "chupipandi" Unión Europea-Estados unidos, es ya de sobra conocida y demostrable, y se ha estado utilizando en múltiples conflictos que afectan a países de la antigua URSS en su convivencia con Rusia (Georgia o Ukrania, entre los más recientes y graves), en el imaginario colectivo se sigue teniendo a Rusia como ese peligroso monstruo sin alma que amedrenta, somete y pone en riesgo la convivencia y paz en el mundo.