domingo, 21 de marzo de 2021

Sin saliva con sabor a alcohol y tabaco, no hay paraíso

Estoy sentado en la cama y la miro a través del espejo donde se está maquillando. Me encanta. 
No sé si me gusta más en este momento o cuando busca mi mirada a través de ese mismo espejo y me pide que la folle más fuerte. 
Le encanta sentir que mis piernas empiezan a claudicar y que mi corazón late desbocado intentando enviarles oxígeno. Y, justo en ese momento, me mira y me lo pide más fuerte. 
Lo hace con una imperceptible sonrisilla asomando en esa expresión de vicio que me tiene enganchado desde el día que la conocí. No siempre lo necesita, pero sabe que me pone.

Mientras la sigo mirando pintarse los labios y ella simula no darse cuenta, me vienen a la cabeza flashes de ayer. Mientras la follaba de pie de espaldas, se estuvo tocando, y se acabó corriendo un par de veces.
Me pidió que llegara en su boca. Que lo necesitaba...que, por favor, no pudiera ni hablar luego. Lo hice, mientras me miraba a los ojos fijamente. Se fue al lavabo y lo escupió.
El suelo había acabado lleno de su flujo. A mí mejor amigo le diré que pude haber chapoteado allí. Él se reirá y me dirá que mi imaginación es admirable.
Volvió del lavabo y, aún desnuda, se arrodilló en el suelo y lo limpió con papel. Me miraba con esa sonrisa de no haber roto un plato, que sabe que me encanta, y me dijo: "¿estarás contento, no?". Asentí sonriéndole, la besé y me fui a la cocina a hacerle su cena preferida.

Me gustan sus senos naturales. Yo los veo perfectos. 
Sé que si ahora mismo le dijera que me encanta mirar sus perfectas tetas de talla noventa, ella me contestaría que no son para nada perfectas y que son una ochenta...y que a ella no le gustan demasiado. 
Recuerdo el primer día que lo hicimos con algo más de luz de la que dan unas velas. Me paró cuando quise besárselas. Me dijo que tenía una cicatriz y que le daba vergüenza. 
No se las operó por estética. La abracé, la besé suave y le dije que estaba increíble. Que se relajara.
Momentos como aquel me llevan a pensar en lo irrelevante de las imperfecciones que a uno le incomodan de si mismo, ante los ojos de quien te mira con los ojos adecuados.

Pero más que sus senos, me gustan sus ojos. Marrones tirando a negros. Grandes y expresivos. Suelen decir mucho más de lo que dice su boca.
El pelo le llega hasta la curvatura donde la espalda pierde su nombre. Lo tiene super bonito. Me refiero al pelo. Pero bueno, ya que estamos, su culo también me encanta. Ella dice que lo tiene "de pato".
Hablaba de su pelo. Es moreno y liso. Se vanagloria de no recordar la última vez en que visitó una peluquería.

Solo hay un problema. Creo que se está arreglando para salir con otro tío. ¿Bajón, eh?, ¿o no?. Sí, para mí también. 
La conocí así y me avisó de lo que había. No tengo nada que reprocharle, pero eso no hace que deje de notar mi corazón latiendo rápido como queriendo salirse de mi pecho.
Tal como se vaya, abriré una botella de vino y empezaré a escribir. Es lo único que podrá hacer que me evada parcialmente de todos mis pensamientos negativos. En realidad es una mierda de solución y lo sé. La botella caerá entera porque escribo lento y bebo rápido. Tan rápido como irán mis pulsaciones.
Me costará dormirme y, cuando lo haga, el alcohol hará que no entré en la fase REM del sueño. Así que me despertaré y, deseando un mensaje suyo, miraré el móvil varias veces.

Me odio. Hasta me he puesto para ella mi sudadera preferida. La que sé que le encanta. 
Una vez me dijo que me veía super guapo en ropa deportiva. Si me hubiera dicho además que le gustaba la marca Adidas con el logo antiguo, hoy por hoy parecería Ruso.
Me gustaría no haberme puesto esta ropa, y no tener estas ganas de estar con ella esta noche.
Tener ganas de sacar el móvil, buscar a alguna chica receptiva en mi agenda, y hacer lo mismo que va a hacer ella. Pero, más que eso, lo que de verdad me gustaría es pedirle que se quedara en casa, que cenáramos juntos y que viéramos una peli...y que hiciésemos el amor. Porque, aunque siempre acabemos follando, a ella le gusta que lo llame "hacer el amor".
He intentado hacerlo. Pero no me nace. Lo fuerzo y, si puedo improvisar algo en el corto plazo en que intuyo los planes que tiene ella y muevo ficha -y dudo mucho que suela intuirlos-, tampoco me da tiempo a quedar con alguna chica que me motive de verdad. A día de hoy, tampoco soy de disparar como el mono al que le das dos pistolas y le abres la jaula.
No sé. Quizás he perdido testosterona. También puede ser. ¿Y qué decir de la ley de la oferta y la demanda, de sus oportunidades y de las mías? "Es el mercado, amigo", que dijo una basura con ojos.

¿Qué cómo empezó todo?, ¿Qué en qué momento me planteé ser su novio?
Debo decir que, a veces, me encantaría ser de esos tíos que buscan a sus novias fuera de discotecas. De los que piensan que las mujeres que quieren llegar a presentar a sus madres, no están en discotecas, bebiendo, fumando y dando "putivueltas". Pero lo cierto es que a mí sí que me gustan ese tipo de chicas. Chicas normales al fin y al cabo, con sus vicios y sus desfases ocasionales. Como yo.
Y hay algo peor. He acabado pensando que yo soy metal y las chicas con novio, un imán para mí. 
Lo odio. Lo he intentando frenar a veces. Algo. No mucho, lo reconozco. No aprendo. Lo pagué. Pero volveré a tener que saldar mis deudas algún día.

Ania estaba increíblemente guapa aquella noche. 
La vi mientras esperaba en la barra para pedir el primer ron cola. Fue el último también. 
Había estado toda la tarde corrigiendo exámenes y comiendo mandarinas. Aquella mezcla de cítricos y alcohol, resultó letal y acabé vomitando como un cerdo en los lavabos de aquella discoteca.
Pero antes de que aquello sucediera y mientras esperaba mi copa, la vi riéndose a carcajadas junto a sus amigas. Con un Gin Tonic en una mano y un cigarro en la otra.
En su sonrisa, pude intuir a una chica feliz por naturaleza. Que si llegaba a compartir algo de tiempo conmigo, haría mi vida más bonita. Y si un día se iba, lo haría cargada de su alegría natural, sin hacer ruido y sin pisar las semillas de felicidad que pudiera haber querido plantar en mi vida.

Odio el tabaco, pero la noche me confunde. Así que mi pensamiento al verla fue algo así como "joder, mirala con todas las manos ocupadas. No le cabe más vicio encima...quiero besarla y que me llene la boca de sabor a alcohol y tabaco". Pero sí le cabía mas vicio encima. Fue casual, pero pude ver como una de sus amigas le metía una piedra, de lo que imaginé que era MDMA, en la copa. 
Ella la miró con una simpática expresión de "tía, te pasas tres pueblos!". Me cautivó esa pretendida falsa inocencia. También eso es un imán para mí. 
Algo sabía sobre aquella droga, también conocida como éxtasis. Básicamente que, por norma general, aumenta la lívido, la perceptibilidad sensorial y que maximiza el orgasmo.

A partir de ahí, no sé cuanto tiempo pasó. Salí del lavabo tras haber vomitado y, sin despedirme de mis amigos, me dirigí a la salida de aquel tugurio. Allí estaba ella. Nos miramos. Ella me sonrió súper pizpireta. Me giré y esperé ver detrás de mí a algún Adonis, pero no lo había. Después me diría que le encantó la broma. Pero yo lo había hecho en serio.
La miré de nuevo, me di la vuelta y di un par de pasos hacia la salida. "Vete, joder, vete...has estado vomitando hace cinco minutos. No es el momento", me dije a mí mismo. 
Me volví a girar y allí seguía. Mirándome sonriente. Caminé hacia ella. Le dije que me encontraba fatal, que me encantaría quedarme, pero que no quería vomitarle el vestido. Me puso su móvil en la mano y me dijo que le apuntara mi número. Noté sus esfuerzos para controlar la mandíbula al hablarme. "Eres tan adorable, como peligrosa para mí", pensé.
Hice lo que me pidió y salí de allí a toda prisa. Vomité otra vez antes de llegar al coche.
Ya en mi cama, desperté seis horas después. En mi móvil un mensaje de ella. Me invitaba a una fiesta aquella tarde.

Siete de la tarde. Llegué a la dirección indicada en el barrio de l'esquerra de L'eixample. 
Aquello era un bajo con una inscripción en la puerta donde ponía algo así como centro cívico de vecinos de L'Eixample. 
Llamé a la puerta. Nadie. Era evidente que ahí no podía haber una fiesta.
¿Me estaría vacilando? Su mensaje me había llegado a las cinco de la mañana. La imaginé drogada, riéndose con las amigas de aquel pringao que le había escrito su número en su móvil aguantándose la vomitina.
La puerta se abrió. Un tipo sin camiseta, con los pezones anillados y ataviado con unos pantalones de cuero, me recibió con dos besos. Ladeé bien la cara. Temí que buscase comisura. Mi estupefacción no me permitió ofrecerle la mano si quiera.
Me invitó a pasar. El local estaba oscuro. "Huye", pensé. Le seguí. Bajamos unas escalerillas y pude avistar una puerta. Adiviné música tras la misma. Era "more than friends" de Inna con Daddy Yankee. ¿Sabéis cuando relacionáis una canción con un momento y luego os eriza la piel ya siempre que la escucháis?
Allí estaba. Más guapa que la noche anterior, si cabía. Me miró sonriente mientras me saludaba con la mano. Hice "efecto túnel" y mi atención solo me permitió verla a ella. Le di dos besos.
No sé cómo pude ignorar así a aquella mole de metro noventa y pinta de tío duro que tenía al lado. 
"Te presento a mi novio", me dijo ella. Su novio me reventó la mano. "Finge naturalidad y sonríe igual que le has sonreído a ella", me dije.

El tipo descamisado, con pantalones de cuero y pezones anillados, que me había abierto la puerta, rompió la tensión del momento y me ofreció enseñarme el local.
¿Quién cojones iba a imaginar que tras aquella puerta con una inscripción donde ponía la palabra cívico, vecino y no sé que mierdas más, había un antro de semejante perversión? 
Desde una habitación "glory hole", pasando por otra con gente atada suspendida en el aire, y acabando por unas inquietantes mazmorras donde, de repente y con toda la naturalidad del mundo, Jordi - así se llamaba el tipo que me había abierto la puerta- me dijo: "Ahí en esa jaula está mi novio".
Jordi tenía pinta de ser concejal de CIU. Pinta de haber militado en las juventudes de Esquerra hace años, para después acabar poniéndose corbata de día y cuero de noche. Y de defender ideologías conservadoras, propias de la burguesía Catalana de rancio abolengo, a la luz del sol, mientras que por la noche montaba estas fiestas en un local, imagino que concedido por el ayuntamiento de Barcelona para fines decentes. No sé que pensaría de todo esto el alcalde de la honorable ciudad condal. Puede que pidiera ser invitado.
La jaula era pequeña. "Hola, soy Roger", me dijo. Roger estaba desnudo y a cuatro patas. 
Sacó una mano y me la dio. Agradecí que no pudiera sacar la boca a través de los barrotes. Ni la boca, ni otras cosas.

Aún consternado y en silencio, avancé de nuevo por aquellas estancias. 
Aquello era surrealista. ¿Qué hacía yo allí?, ¿Por qué Ania me había invitado a aquella fiesta?, ¿ y por qué lo había hecho teniendo novio? Quería un trío, supuse.
Llegamos a la estancia principal de nuevo. Sonaba "Starstrukk" de Kate Perry con 3OH!3.
Ania no estaba, pero sí su novio. Me empezó a hablar. Se mostraba amigable y cercano. Tenia tanta envergadura como corazón.
"Yo estaría tan ricamente en casa viendo alguna serie, pero a ella le gusta venir a estas movidas. Pues aquí estamos pasando la tarde y ella feliz" -me dijo.
"Aishhhh que loosercito" -pensé. Me vino a la cabeza una frase que suele pronunciar uno de mis mejores amigos: "Siendo un conductor mediocre, intenta conducir un Ferrari. Craso error".

En esta noche en que escribo esto, me acuerdo del tipo aquel. Ahora me parece tierno que quisiera ver una peli junto a ella. Ahora...solo ahora empatizo con él. Tarde.
En la noche que relato, acabé follando con Ania en un lavabo de aquel tugurio. Fue totalmente demencial. Muy loco. Tampoco me sorprendí. Tengo la capacidad de intuir cuando el sexo con una chica puede ser de diez. Fue de 9,5 el primer día. Una semana después, le pedí que fuera mi novia.

Ahora, acabando ya este escrito, solo deseo dormirme pronto y despertarme cuando ella vuelva a casa. Que se me siente al lado y me despierte besándome. Que me llene la boca de saliva con aroma a alcohol y tabaco. Si su saliva sabe así, me siento aliviado y pienso que realmente ha estado con sus amigas de fiesta y no con otro tío.
Sabe que me decepciona si no se quita los pantalones, se corre el tanga a un lado y se me sienta en la boca. Siempre lo hace. Hemos llegado al punto en que lo hace y encima siente que me está haciendo un favor.

N. del A.: Los hechos que relato, los personajes, las experiencias y cualquier de los componente que integran esta historia, no son ni autobiográficos ni reales, o al menos no lo son en su totalidad.
Puede que hayan algunos extractos de situaciones reales vividas por mí o por personas que conozca o haya conocido algún día. Puede que casi todo sea ficción aderezada con algún toque de realidad.