lunes, 23 de diciembre de 2019

Lima y los peligros de la ingeniería del céntimo

Tras más de un mes sin actualizar, de nuevo por aquí. Sin poder utilizar la falta de tiempo como excusa, y sin necesidad alguna de utilizar subterfugios exculpatorios por no haber inmortalizado aquí lo vivido en este tiempo, solo me queda decir que no me he sentido inspirado para hacerlo.

Un buen amigo y el mayor exponente de "Georgecloonismo" terrenal que conozco, me puso un apodo que, aunque totalmente inmerecido, me divierte bastante.
El sobrenombre de "ingeniero del céntimo" vino motivado por la fiscalización económica que, en el contexto de la previa de un viaje de fin de semana al este de Europa que compartí con él y con un grupo de amigos en común, tuve que ejercer para que, sabiendo que en las noches festivas sería totalmente inoperante a la hora de fiscalizar nada y que incluso podría llegar a ser uno de los que más alentara el dispendio monetario incontrolado, el presupuesto no se nos fuera de las manos ya de antemano.
En fin, es evidente que si quiero que el viaje que me ocupa sea sostenible en el tiempo, el autocontrol en el gasto debe estar siempre presente, sobretodo teniendo en cuenta que han habido, que hay y que habrán momentos donde eso no será así.
Ademas intento no caer en el síndrome del típico "viajero cuñao" Español, ese que vuelve a casa haciendo gala de su capacidad para regatear y se enorgullece de sus porquerías de colonizador contemporáneo, mientras en casa paga 9 euros por una ensalada o 20 por un cubata en Ibiza. 
Ando por Lima actualmente, la ciudad que más me ha gustado de las que, de momento, he visitado en Sudamérica. Una ciudad cosmopolita con un bonito malecón con vistas a los magníficos atardeceres del océano pacífico, buena comida y gente "bravaaaasaaa" que se dice por aquí.
Desde la capital de Peru me he estado moviendo, de forma intermitente, hacia otras localizaciones de interés turístico, y espero acabar tomando un vuelo desde aquí hacia un nuevo país.
La verdad es que no suelo salir de Miraflores, el barrio donde se concentra casi toda la riqueza de la ciudad y donde se aglutinan la mayoría de turistas, junto al de Barranco, el barrio "bohemio" de esta ciudad. Junto al barrio donde se ubica el centro histórico, son los 3 barrios recomendados en las guías y de los que se supone que no es demasiado seguro salir.
Vicio y lectura de Metacuentos chinos sobre Sudamérica
La prensa, siempre un buen barómetro de una sociedad, y la impotencia, un clásico entre las preocupaciones de la misma, indiferentemente de donde uno vaya
Cualquier articulo aqui es susceptible de ser publicitado por una aspirante a "Malcriada del Trome"

Lo que relataré a continuación, en vez de desde el punto de vista del vulgar "garrepa" (tacaño en Català), lo podría enfocar desde el del viajero alternativo, de alma aventurera y espíritu inquieto. Bueno, lo cierto es que quien me conozca puede pensar que, por el tema de los viajes en bici y tal, sí lo soy. No lo sé. En todo caso, no lo soy si eso significa empeñarse en meterse en lugares peligrosos, desafiar las recomendaciones de los locales y ser un verdadero capullo de manual. 
De hecho, por unos u otros motivos, me he acabado moviendo más de la cuenta por lugares que hubiera sido mejor evitar. Pese a tener los pies en el suelo y saber que estoy en una zona del mundo donde es inmensamente más posible que en Europa acabar tus días debido a causas de muerte violenta, también creo que el miedo, no está del todo justificado. Aún con esa creencia y la supuesta protección que me ofrecen los ángeles a los que, desde un punto de vista alejado del catolicismo, reza mi madre, la verdad es que no tengo ningún interés en descubrir hasta donde se puede estirar la cuerda.
Después de varios días buscando en Miraflores la forma de acercarme a las islas Palomino a nadar con lobos marinos, me di cuenta de que estaba metido en pleno círculo del "turisteo" y de que allí no iba a encontrar nada por menos de 50 euros. Estudiando la excursión bajo el punto de vista de la ingeniería del céntimo, el resultado era no apto.
La historia es que el punto de salida de la excursión estaba en el barrio del Callao, uno de los más peligrosos de Lima. Perteneciente al barrio, aunque siendo otro mundo totalmente diferente, se ubica lo que se conoce como "la punta del Callao", desde donde salen las excursiones hacia islas Palomino.
Esta minúscula parte de la ciudad acogió en su día a unos 6000 inmigrantes Italianos que huyeron del país transalpino durante la segunda guerra mundial. Se dice que utilizaron la madera de los barcos en que llegaron para construir sus viviendas, y a día de hoy suponen una colonia estable que prosperó en el barrió, habiendo establecido negocios y contando incluso con un "serenazgo" (así se le llama por aquí a ese tipo de policía soft que realiza labores de vigilancia y seguridad ciudadana, más que otra cosa) propio que, en sentido funcional y no solo físico, aísla la zona y la convierte en una especie de oasis cero representativo de lo que es el Callao.
Buscando motivación para salir a correr y además conseguir la excursión a un precio algo más razonable, hice corriendo los 17 km's que separaban mi Hostel de la punta del Callao. 
Me habían advertido que evitara la zona de "Los Barracones" en el Callao. Tras correr los primeros 12 km's pegado a la playa más o menos practicable, tuve que dejar el litoral y meterme en calles interiores. Llego un momento donde, ya en el barrio del Callao, no vi claro por donde seguir ni como evitar los famosos "Barracones". Le pregunté a un policía y me indicó el camino que, precisamente, me hizo recorrerlos. En fin, no sé que pensar sobre eso...hay quien después me dijo que no le extrañaba. En todo caso, como él me dijo, solo encontraría algunos "fumones" y, si no llevaba nada de valor a la vista, nadie me haría nada. Así fue, y la verdad es que ni siquiera me sentí observado.
En fin, la excursión allí se me ofreció a 35 euros al cambio y fue "bien Chevere".

"Estamos en el siglo XXI. No podéis andar ahí cosificando, con los harenes y con el rollo machirulo". No me hicieron ni puto caso.

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