domingo, 10 de noviembre de 2019

Ucrania (II): De Kiev a Vic, Chipollino y panes de leche

Esta es una entrada que me debía a mi mismo y que supone la continuación de una anterior que hice en mayo, y que titulé: "Ucrania (I): "Pryvit Kiev, do pobachennya Poroshenko".
A veces, me martiriza no escribir algo cuando considero que es el momento de hacerlo. Pienso que las palabras que no plasme e inmortalice, de alguna forma y en la coyuntura oportuna, se me escaparán para siempre y nunca las podré recuperar. Desde luego, nunca serán las mismas exactamente y, en ese sentido, se podría decir que algo se pierde. Depende de cómo se mire, se puede pensar que, quizás, algo se pueda ganar también. Sobretodo si hablamos de contextos negativos. No es el caso.
Por suerte, me cuesta evocar a aquel yo pretérito que, hace años, pudo escribir cosas que pudieran llegar a  borrar hasta los buenos recuerdos que, sin merecérselos, alguien se pudiera llevar de él.
Junto a la calle Leonida Pervomais'koho de Kiev, hay una pequeña plaza donde se ubica la estación de metro de Klovska. No parece la plaza más bonita del mundo, pero mejora bastante en jornadas soleadas y también con el paso de los días, como toda la ciudad de Kiev.

El metro de Kiev tiene la particularidad de que posee la estación más profunda del mundo. No, no fue un capricho del sucesor de Stalin, Nikita Jrushchov. Sus 105m de profundidad fueron necesarios para que el metro pudiera cruzar el río Dnieper, uno de los 5 grandes ríos que desembocan en el mar negro.
En el tiempo que se tarda en bajar las interminables escaleras mecánicas que bajan a la estación "Arsenalnaya" (en homenaje a la fabrica de armas "Kiev Arsenal"), da tiempo a que las parejas ociosas se besen y se queden abrazadas durante algunos minutos, mientras que la marabunta trasiega incesantemente, obligada por las urgencias de una ciudad demasiado occidentalizada y con la aparente frialdad propia del este.
En la plaza que comentaba, junto a la boca de metro de la estación Klovska, hay un encantadora cafetería, llamada "Lviv croissants", donde se pueden tomar cafés y opulentos cruasanes aderezados con Nutella y otras delicias.
Siento una especie de amor-odio por el acto de fotografiar comida.
Si sale, el tímido sol de la primavera Kievita entra con abundancia en el local, a través de las enormes cristaleras, dando calidez e iluminando las conversaciones y risas de la clientela. Mejor no ir allí con prisas, conversar relajadamente, y tomarse con buen humor el hecho de que el camarero se pasee con tu cruasan por todo el local y siempre lo acabe dejando en mesa ajena.
En Vic, en la rambla del Mèder, junto al rió homónimo, hay una cafetería que me recuerda a la anterior que describía. El sol de Vic tampoco es demasiado ubérrimo por las mañanas y, también allí, se agradecen las diáfanas cristaleras que le permiten entrar con total libertad. El ambiente es de "caliu" que se dice en Catalán. Sobretodo, por el contraste con el exterior, donde el clima continental y húmedo, al igual que en Kiev, sume a Vic en una espesa "boira" (niebla, en Español) matinal que confiere a la ciudad de un aspecto fantasmagórico y algo lúgubre.
Hablando de lugubridad y volviendo de nuevo a Kiev, cuando llega la hora de comer se puede ir a un restaurante que hay en la calle Lesi Ukrainky de la capital de Ukrania.
La estética del local me recordó a la decoración de aquellos inmuebles Españoles, típicos de los años de la posguerra, que aún siguen en pie en muchos barrios de jubilados de clase obrera.
En todo caso, la lugubridad  es algo interpretable, relativa y combatible con risas y con historias de las que reírse, aunque sea por no llorar.
En la vetusta televisión del lugar  emiten clásicos del cine Soviético y "Chipollino el niño cebolla".
Si estás leyendo esto, seguramente te suena a chino lo que te digo. Bueno, pues a partir de ahora te sonará a Italiano y a Ruso. Chipollino es el protagonista de unos míticos dibujos animados, del autor Italiano Gianni Rodari, que entretuvieron e hicieron las delicias de muchos niños Soviéticos, haciéndose tremendamente populares por aquellos lares.
No era casual que "cebollín", como se le conoció en España, estuviera en aquella pantalla. El local trataba de emular lo que fue un humilde apartamento Ucraniano en aquella época, y conseguir así conferir de un característico "homy ambient" Soviético al lugar.
Cipollino y el caballero Tomate en un sello ruso de 1992

Decía lo de reírse por no llorar, porqué la historia de cómo conocí a Chipollino no tiene desperdicio. Hace 2 años, dos conocidos cómicos de un programa de humor Ruso consiguieron hacerse pasar por ministro de defensa del gobierno de Letonia, y hablar con la exministra de defensa Española De Cospedal.
Agárrense a la silla. Entre otras lindezas, como la de que el 50% de los turistas que había en Barcelona en aquel momento eran Rusos, le dijeron que el secesionista, terrorista, "Spanish public enemy" y abominable monstruo Carles Puigdemont, estaba trabajando para el servicio de inteligencia Ruso, haciendo sus fechorías con el sobrenombre de "Chipollino".
Dejo aquí el link del esperpento y enésimo ridículo de España en este tema, y juzguen ustedes. Como dice mi blogger favorito (http://ciclismo2005.com/): "huele tanto a rancio y a gol en las gaunas, que si volviera Berlanga, le daría para rodar una película"
Deja buen sabor de boca pasear por el casco antiguo de Vic. Desde la Rambla del Mèder se puede seguir la ribera del río, cruzar el pont de Queralt y disfrutar del bonito y pacífico ambiente rural que aún se respira en la capital de la comarca de Osona. Los martes y los sábados hay mercado en la "plaça Major". Este es el lugar más emblemático de Vic.
Si leéis esto desde fuera de Catalunya y tenéis la oportunidad de ir por allí, hacerlo sin miedo. Si queréis ir ataviados con una bandera de España, podéis hacerlo. Hombre, no os digo que os vayan a dar besos y abrazos, pero nadie os agredirá físicamente. Por no haber violencia, allí no queda ya ni la violencia que ejercía el xenófobo fascista Josep Anglada, inhabilitado para ejercer cargos políticos debido a una condena por amenazas a un menor de edad de Arran.
Cuidado, eso sí, con los coches. Puede ser que a algún "Tabarniano" le dé por ofenderse con los lógicos lazos amarillos y demandas de libertad, dados los actuales secuestros de Catalanes perpetrados por España, y "la líe parda" poniéndote en peligro.
En la plaza Maidán de Kiev, también se lió parda en su día. Desde Maidán, nace la calle Khreschatyk. Las tardes de los fines de semana pasa a ser peatonal, y rebosa de animación callejera. Tras recorrerla y disfrutar del bonito ambiente, se puede hacer una parada, que yo considero obligatoria, en el Mushlya Bar.
Hay fotos más "resultonas" en el Facebook del lugar, pero esta es propia
Nunca hubiera pensado que disfrutaría tanto de la combinación de mejillones, pan de leche, patatas fritas y vino blanco.
Los panes de leche me hacen evocar bonitos recuerdos de infancia. Allá por los 80, con 8 o 9 años de edad y aún en Torrente, mi madre me enviaba cada día al horno a comprar el pan. Compraba un barra de cuarto y 2 panes de leche para mi almuerzo y el de mi hermano. Creo que pagaba unas 75 pesetas en total. Dios mío...creo que la narración de este tipo de cosas, incluyendo lo de mencionar las pesetas, me echan 10 años encima.
Confieso que el pan de leche no es lo que más contribuye a que recuerde el Mushlya Bar con mucho cariño. Mi compañía también influyó, y el vino que compartimos. Reconozco que fue ella la que acabó de conseguir que me enganchara al liquido con el que se pimplan los curas, sin cortarse, y en plena eucaristía. Solo les falta el rock and Roll y el sexo...del consentido y entre adultos.
En el párrafo anterior, he utilizado la expresión "mi compañía". Inicialmente, había escrito "una gran chica", pero tenía que utilizar el pronombre posesivo para hilar con lo que ahora viene. Bien, el vino hizo lo suyo y tuve que ir al servicio a depurar. En ese intervalo, y para recordarme que estaba en lo que un día fue la unión soviética, que nada es mío y mucho menos una mujer, 2 jolgoriosos y vivarachos chavales Ucranianos habían ocupado mi lugar e intentaban desbancarme de lo que, pensando en clave patriarcal, se podría llamar el trono. Ya de vuelta, me senté junto a ellos y los saludé amablemente, mucho más divertido que molesto. ¿Cómo experimentar algún sentimiento negativo en Kiev o en Vic?. Pese a ser consciente de que "el romanticismo está en lo inacabado" (que dice Juancho Marqués), me parecía difícil.
Terminando con más similitudes entre Vic y Kiev, hasta comparten varias letras de las que forman las palabras. Las hay que no se deben utilizar a la ligera y que solo se pueden decir en Català: "que preciós ha estat conèixer-vos".

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