jueves, 15 de septiembre de 2022

Los peligros del Dalshari.

Sentir ganas de desayunar mientras disfruto de algún Podcast y me siento motivado en lo profesional.
Escuchar el sonido de mi cafetera Italiana, mientras el agua empieza a atravesar su filtro desde el compartimento inferior, y sube al superior, transformándose en café. Y disfrutar de cómo su olor va adueñándose de la estancia. No solo olerlo. Poder disfrutarlo también.
Que las ganas de escribir sean reales y no una terapia que me impongo sin si quiera sentir que sirve de algo.
Sé que la anhedonia es temporal...pero se hace larga.

Todo volverá a ser como cuando empecé este blog hace 4 años. Como antes de que empezase a rondar mi cabeza la idea de dejarlo todo atrás e irme a viajar un tiempo. Había leído algo sobre cómo irse...no mucho. No lo necesitaba.
El Egeo, desde la isla de Quios. Navidad del 2021

Ahora siento que necesito leer algo sobre cómo se vuelve. Pero no hay mucho publicado. Quizás algún día, si siento que merece la pena escribir sobre mi propio proceso, escriba sobre ello en este espacio.

Me he despertado varias veces esta pasada madrugada. En una de ellas tenía frío. He abierto una caja en busca de una manta, pero no la he encontrado.
Recordaba tener una manta. Incluso podía sentir su textura y ver nítidamente su color azul. Pero no la he encontrado.
Ya debería haber deshecho las cajas de la mudanza. Y haberme traído las que aún no tengo en mi piso. Pero no lo he hecho...porque hasta no hace muchos días, aun he estado fantaseando con volver a ponerlo en alquiler y comprarme un billete de ida a Colombia. Descubrir el país que no pude recorrer debido al cierre por la pandemia, y luego quedarme unos meses en casa de Manu en San Carlos de Antioquía. 
Él aún sigue pensando que el restaurante que está montando en el terreno, junto a la bonita casa donde viví casi 4 meses, funcionaría como un tiro si sirviéramos el típico arroz de paella que, durante la pandemia, les cociné en multitud de ocasiones.
Me río cuando sigue diciéndome en los audios de whatsapp : "Sí marica, haríamos plata, que la gente por aquí no ha probado nunca una comida tan chimba, huevón...".
Pero he decidido quedarme. Hasta estoy a punto de comprarme un vehículo.

He sentido frío al no encontrar la manta. Pero ahora no hablo del físico. Era algo más interno. Miedo a no dormirme... y a quedar expuesto durante más horas a la evidente ausencia de paz interior que siento.

Me he ido al comedor y he quitado del sofá una especie de cubre blanco con el que intento disimular su fealdad. No me gusta. Ni el sofá ni el piso.
Me he tapado con el cubre y me he dormido.

Hace un año, un jefe que tuve me felicitó por dejar el trabajo e irme a viajar de nuevo.
Se me puso a hablar de un concepto Japonés llamado "Danshari" que tiene que ver con el minimalismo material y espiritual, y con la importancia de que tu vida no se vea condicionada por el apego, para que resulte fácil tomar decisiones y adaptarse a los cambios, ya sean voluntarios o forzosos.
Imagino que él sigue persiguiendo al tal "Danshari" ese. Dudo que nunca lo alcance en la medida de lo que le gustaría. 

Por lo que respecta a mí, estoy cansado de él.

Última página del libro "Rússia, l'escenari més gran del món"

   Me pareció curioso encontrarme con este final del libro, solo unos días después de escribir este post.

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