(Texto que, como algún otro que guardo en borradores, escribí hace ya bastante tiempo y no publiqué...)
Es como si mi corazón hubiese cambiado su ubicación en mi cuerpo y ahora se alojara en uno de mis conductos auditivos. Fue a raíz de una infección de oído y a veces me sucede al despertar.
5:30 am. En el silencio de mi habitación, puedo escuchar el retumbar de mis latidos como si realmente procediesen del interior de mi oído izquierdo. Suenan especialmente fuertes y rápidos en esta mañana del primer día del mes de abril.
Estoy reventado emocionalmente. Es una mezcla de nerviosismo, desilusión, profunda tristeza y sensación de duelo. La viví una vez hace años y sé que ha empezado un proceso irreversible. Sé que todo irá bien y que es uno de los finales menos malos que todo esto podría haber tenido, pero no es una idea que me ayude a sobrellevar el cómo me siento esta mañana.
Es el tercer despertar así y este ha sido especialmente duro. Hasta el punto de pensar que, si no tuviera a mí alrededor gente que sé que me echaría de menos, y de tener una opción fácil e indolora de hacerlo, elegiría no arriesgarme a vivirlo de nuevo dentro de 24 horas.
Sé que suena duro y preocupante, pero no, no son ideas suicidas ni nada parecido. Conozco la anatomía de mis pensamientos. También su fisiopatología y cuál será su evolución.
No tengo ganas de hablarlo con nadie tampoco. Me siento profundamente avergonzado por haber caído en esto. Solo en parte. Hice lo que pude cuando tocó y fue muchísimo, dadas las circunstancias.
¿Circunstancias? Recuerdo un momento, casi un año antes, el día después de haber decidido intentarlo parar por tercera vez. Iba en bici por Barcelona y, objetivamente, creo que nunca antes había visto aquella densidad de chicas guapas en un trayecto tan corto.
Me impresionó el profundo desinterés que me suscitaron aquellos cuerpos y caras. Sobretodo las caras...eran como maniquís andantes. Fui totalmente incapaz de quedarme con expresiones, sonrisas, matices...no sé si me explico. Da igual. Es fácil y, a la vez, difícil de entender hasta para mí, pero ya da igual.
Hay una técnica de couching que, a veces, conviene utilizar. Más aún si el color (energía) predominante en tu personalidad es el verde, según la clasificación de Jung. Es tan simple y tan complicada como eliminar la pregunta "¿por qué?", que uno se plantea para entender cómo se siente y así poder pasar a plantearse que necesita hacer para sentirse mejor. El ¿por qué? no suele tener una respuesta, así que resolver esta parte del proceso de sanación puede retrasarlo bastante.
Tengo una clase a las 8:00h. Son alumnos de un curso on-line a los que aún no conozco en persona y a los que, puntualmente, tendré que impartir algún taller presencial. Si hay un día en que no quiero conocer gente, es hoy.
Me acabo de mudar y la nevera está vacía. Se me caen las paredes encima. Siento una profunda sensación de desarraigo y necesito salir de aquí.
Espero encontrar una cafetería acogedora, tomarme un café y un croisant y distraerme con algún periódico.
Ni un alma en la calle. Todo cerrado. No hay café ni desayuno. Mejor así. Tengo náuseas y el café no me iba a ayudar a calmar esta ansiedad. Las calles que en tantas otras ocasiones me han resultado bucólicas, ahora me parecen extremadamente tristes, sombrías y frías. No hablo metafóricamente. Estoy destemplado y tengo frío, algo bastante inusual en mí.
Llego al trabajo enseguida y preparo el material para un taller teórico-práctico que ahora mismo no me veo haciendo. En el fondo, sé que tener que dar clase es lo mejor que me podría haber sucedido en una mañana como esta.
Contra todo pronóstico, me siento especialmente inspirado y todo sale bien (meses después, los alumnos me dirían que aquella clase les gustó especialmente).
Una semana después. Convento de Bodbe, Georgia
Lesia me abraza en el medio del convento. El pañuelo que se ha puesto para esconder su bonito pelo rubio, me acaricia la cabeza, mientras me pregunta "¿cómo estás?" en su casi perfecto Español con acento Ruso.
Me ha sentado especialmente bien la calidez de su pregunta y su abrazo. Lo interrumpe una señora mayor que nos dice algo que no entiendo en Ruso. Lo que sí entiendo es su lenguaje no verbal y es evidente que no nos está diciendo nada amable.
Lesia me dice que la señora nos ha increpado por abrazarnos en aquel pequeño convento del este de Georgia, cerca de la frontera con Azerbaiyán.
La religión Ortodoxa que profesan la gran parte de habitantes de este país Caucásico tiene una fuerte influencia en su día día, y hace que la gente tenga actitudes que me cuesta entender. Creo que era realmente difícil ver atisbo alguno de maldad, sexualidad, incorrección o llámalo como quieras, en el abrazo que no estábamos dando.
Nos ha traído hasta aquí el hijo de la cocinera del restaurante donde cenamos ayer.
Aún ando mareado y algo horrorizado por su conducción. Tras varios adelantamientos algo locos y alguna que otra maniobra totalmente temeraria e innecesaria, se ha acabado percatando de mi mirada por el espejo retrovisor.
Ha sonreído y le ha dicho a ella que me traduzca lo siguiente: "que no me preocupe, que lleva toda la vida conduciendo sin tener accidentes. Que allí la conducción es así". Yo le he pedido a ella que le tradujera que "trabajé siete años en una ambulancia vi muchos accidentes y que preferiría no tener uno en mis vacaciones".
El tipo sonríe divertido pero no cambia su conducción.
Lesia está acostumbrada. Vive en el Cáucaso Ruso y, además, ya ha estado antes por esta zona del este de Europa.
Hace dos días que la conozco en persona y estoy realmente a gusto con ella. Temía que no fuese así, dado mi estado emocional hace tan solo unos días.
Me explica cosas que sabe que me encantan, como que la altura máxima de los Jrushchovka (edificios Soviéticos de la economia planificada de la época de Nikita Jrushchov) debería ser de 5 plantas, aunque en las grandes ciudades no se suele cumplir la norma.
A ella siempre le ha gustado mi sincero interés por su país y por todo lo relacionado con el espacio post-soviético.
A mí me gustan sus "¿cómo estás?" y el no haber cancelado el viaje a Georgia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario