jueves, 9 de enero de 2020

Vino, Trotkismo y literatura en Mendoza

Hace años que vengo pensando que la lógica y legítima necesidad de según que lugares de promocionar sus posibilidades turísticas, sumado a la reticencia de mucha gente a decir la verdad y a no exclamar con contundencia: "mis viaje ha sido una porquería, estoy muy decepcionado y he desaprovechado claramente mis vacaciones", cuando así ha sido, acaban posibilitando que, depende que lugares, acaben cogiendo demasiado nombre para lo que ofrecen.
Por otra parte, no es la primera vez que, por pereza y desidia, no me informo demasiado del sitio donde pretendo ir, y me acabo dejando llevar por recomendaciones bienintencionadas.
Por la misma desidia, falta de previsión y de planificación, llevo por aquí por Mendoza 2 días más de los que quisiera, ya que pretendí comprar mi billete de autobús a San Carlos de Bariloche el mismo día que quería viajar y, como es lógico, se habían agotado.
En fin, ya había dicho por aquí que no se me haga demasiado caso en cuanto a lo que recomiendo o dejo de recomendar, y lo repito. De hecho, esta ciudad del noroeste de Argentina, es cuna de buenos vinos y punto de referencia para todo aquel que pretenda subir la montaña más alta del continente Americano, el Aconcagua.
Lo primera parte no sé, pero la segunda creo qiue es cierta en el 99% de individuos
En fin, aquí ando matando el tiempo en plan "rata de hostel", bebiendo vino Malbec y escribiendo una nueva entrada de este blog que no sé si voy a poder seguir enlazando a mis redes sociales, ya que Facebook no parece estar muy contento con lo escrito por aquí. Claro que no me extraña, dada la nueva legislación Europea que equipara los crímenes el nazismo con los del comunismo. Bueno, si quieres asegurarte de recibir algún tipo de notificación cuando escriba algo, debajo de mi foto dándole la turra a los caballitos, tienes la posibilidad de escribir tu e-mail para que te llegue notificación de nueva entrada.
Harto del libro que venía arrastrando, desde hace demasiado tiempo, y que algo me ha hecho aprender sobre aspectos socio-económicos y políticos de Sudamérica, hoy me he acercado a la biblioteca de Mendoza.
Pretendía intentar un intercambio del libro del que hablaba, por uno nuevo que tuvieran en la biblioteca, si es que esa opción existía allí. Ni existía esa opción, ni tampoco la de coger un libro de una estantería y ojearlo para ver si me interesaba. Con gesto adusto y tono de voz algo tosco, así me lo ha hecho saber el bibliotecario. Debía de pedírselo a él y darle un documento de identificación para poder ojearlo, tan solo. "Sus motivos deben tener", he pensado. Buffff, intento entender la realidad de esta zona del mundo, y así no compararla con la de Europa, pero a veces me cuesta mucho.
Saliendo de la biblioteca, caminando por una pequeña rambla, me he encontrado con un poeta Argentino que vendía libros en la calle y que me ha estado ilustrando sobre Trotkismo y sobre sus propias andanzas como escritor.
En fin, a parte de enseñarme algo más del porqué del importante movimiento Trotkista dentro de la izquierda Argentina, el tipo me ha acabado vendiendo un libro del autor Ruso Fiódor Dostoyevski.
Hacía tiempo que tenía ganas de echarle el diente a uno de sus libros. Aún en el contexto del Zarismo y habiendo vivido bajo su tiranía, exploró en sus escritos los recovecos del alma humana.
Cuanto más leo a escritores así, y más aun si ademas lo hago bebiendo vino, más entiendo a aquellos simpáticos abueletes que, hace ya unos cuentos años, venían a mi consulta de enfermería del centro de atención primaria de Montcada i Reixac, y me intentaban convencer de que no eran nadie sin su vasito de vino en sus comidas y cenas, mientras yo les intentaba convencer de que era más agua lo que necesitaban. Pensándolo bien, aún fueron demasiado educados y cordiales conmigo.
Aunque la frase sea un poco "looser", me ha hecho gracia.

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