viernes, 31 de enero de 2020

Los "chicago Boys" y el clorobenzilideno malononitrilo: De aquellas pestes, estos gases en Chile

Poco tiempo en Chile, pero el suficiente para haber visto de que va "la vaina", que diría un colombiano, y para haber podido captar pequeños, pero muy representativos, detalles de las causas que han dado origen a la revolución social que sigue activa por aquí.
Tiempo suficiente para ver, y para no ver, ya que en un par de ocasiones me vi metido en zonas de "fregao" y mis ojos sufrieron, muy levemente, las consecuencias de los gases lacrimógenos.
Considero una vergüenza y un demérito haber tardado 39 años en verme expuesto a ellos. Ademas, en país ajeno y como simple espectador circunstancial. Es decir, de forma totalmente anecdótica e intrascendente.

También llamado clorobenzilideno malononitrilo o gas CS, en honor a los científicos que lo descubrieron, están considerados un arma química. Se utilizaron por primera vez en la primera guerra mundial-para hacer que los soldados salieran de las trincheras y luego acribillarlos- y, pese a estar prohibidos en conflictos bélicos desde la convención de Ginebra de 1993, siguen siendo utilizados por la policía para dispersar manifestaciones, o tumultos, como los gobiernos prefieren denominarlas, a nada que no sean todo lo pacificas que ellos quisieran, es decir, en el comedor de tu puta casa.

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El gobierno de Chile ha dicho de todo de los manifestantes. Desde llamarlos "Aliens", a meter en el ajo a mercenarios de Maduro, de Putin, a las guerrillas de las FARC de Colombia y hasta al espíritu santo. Bueno, a ese no, que el catolicismo es por aquí uno de los pilares que, como en tantos otros lugares, actúa como necesario soporte de un sistema sostenido por el miedo, la falta de educación, la ignorancia y el egoísmo.

Yo no sé como son los integrantes de las FARC, y tampoco he visto nunca a un mercenario de Maduro. Con la información con la que me bombardean los medios de comunicación convencionales, me los puedo imaginar blandiendo banderas con la hoz y el martillo, y avituallándose con niños asados, en vez de con barritas energéticas.
Lo cierto es que los manifestantes que yo he visto, tanto en Valparaiso como en Puerto Montt, me parecieron personas normales, en su mayoría jóvenes, con estéticas que no denotaban ser muy de derechas, eso sí.

De la policía de por aquí ya se ha dicho y se ha visto todo. Los rescoldos de las cenizas de lo perpetrado por los "Carabineros", durante la dictadura de Pinochet, han "rebifado" y la cosa está que arde.
Nadie por aquí parece tener demasiado aprecio por quien, supuestamente, debe proteger al pueblo, pero se dedica a oprimirlo salvaje e impunemente. Las paredes están plagadas de insultos y rechazo hacia los "Milicos" o "Pacos", deformación de la palabra quechua "p\'aku" que hace referencia al color verde de los uniformes.

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Según me han contado por aquí, tienen buenos sueldos, planes de pensiones y salud gratis, y motivos abundantes para querer que las cosas sigan como están.

Mi concepto de la policía ha ido empeorando con los años y con las ostias (metafóricas, en mi caso pero no en el de otros) que la realidad me ha ido dando.
Recuerdo el Referéndum de independencia de Catalunya del 1 de octubre del 2017. Sin llegar a  recibir, ya que en el colegio en el que estuve todo aquel día no hubieron cargas, sí que pude ver las caras de odio y gestos intimidantes y provocadores de algunos de los policías que estuvieron pasando por la puerta del colegio durante todo el día.
Me contaba un amor de alumna, personalmente y con lágrimas en los ojos, como la guardia civil se cebó en su colegio de Fonollosa, cerca de Manresa. 

En fin, son momentos que marcan y que hacen entender ciertas realidades. Hasta a mí que, hasta no hace mucho, creía en lo de la profesionalidad, los valores, la ética y los supuestos principios que debería de tener quien se dedica a profesiones tan relevantes en una sociedad.
La verdad es que creo que empecé a darme cuenta de como eran las cosas en ese sentido, hace unos 4 años, cuando una aspirante a policía, llevando solo 2 semanas en la academia y siendo de izquierdas, me intentó hacer entender que la ley "mordaza" no era tan represiva y no atentaba tan gravemente contra los derechos de la población, como podía parecer si no la conocías.

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Y llegados a este punto, más allá del sadismo, ¿qué origina que se estén teniendo que lanzar gases lacrimogenos a la población civil?. 
Durante mi estancia en Valparaiso, el dueño del hostel donde me alojé, me habló de los "Chicago boys" y de cómo 25 economistas Chilenos, debidamente adoctrinados por algunos de los grandes ideólogos Norteamericanos de eso que se llama neoliberalismo y titulados con un Postgrado en una universidad de Chicago, volvieron a Chile y aprovecharon la dictadura de Pinochet para experimentar e implementar en el país el neoliberalismo más salvaje que se pueda imaginar.
Tras la salida de la dictadura y con la población aún aterrorizada, se aprovechó para institucionalizar y disfrazar de democracia, mediante una constitución pactada, el más voraz y desvergonzado capitalismo que, desde entonces, se ha dedicado a proteger y velar-mediante ley, orden y muertos si hacen falta- por la desigualdad social, el enriquecimiento de las clases altas y la imposición de todo tipo de trabas y frenos a las clases más desfavorecidas.

Para poder pagar en efectivo la noche del hostel, tuve que buscar un cajero que dispusiese de "cash", cosa que estaba difícil, así que el dueño del hostel me acompañó con el coche al banco del estado. Como todo el resto de bancos de este país, su cajero no me aceptó la tarjeta que me había estado librando de comisiones durante todo el viaje, y tuve que tragar con los 7 euros de comisión por ser extranjero.
La cosa no es mucho mejor para los de aquí y "apoquinan" 100 pesos Chilenos cada vez que quieren consultar su saldo en un cajero del "banco del estado".
En fin, aunque Inna Afinogenova lo explica mucho mejor y con más humor que yo, espero haber aportado algún valor añadido con mi propia (y parcial) visión y relato de lo vivido por aquí.

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