miércoles, 29 de abril de 2020

Bellvitge, un Prípiat capitalista en occidente

Si en este post me refiero a un barrio obrero del cinturón rojo de Barcelona, no es porque sea el ejemplo más representativo del tema sobre el que quiero escribir hoy.
Lo ideal sería hacerlo sobre algún barrio similar pero de la periferia de Madrid. Lo sería por el hecho de que allí se detectaron los focos primigenios del SARS-CoV-2 en España, no se confinaron, ni ellos ni la comunidad de Madrid en sí, y el resto ya se conoce.
Ya se sabe que España debe ser una, no diecisiete, e indivisible, por supuesto. Diría que en la salud y en la enfermedad, pero desde el golpe de estado del 36 hablamos de un país, esencialmente, enfermo.
Conozco poco Madrid y nada sus alrededores, mientras que el barrio de Bellvitge lo conozco bastante mejor. Tanto que estudié tres años en el campus que la Universidad de Barcelona tiene allí, me moví por el barrio cuando tenía que pasarme el día allá por prácticas y acabé trabajando en el hospital de Bellvitge, uno de los grandes del Institut Català de la salut.

Corría el año 1957, y Franco y sus amigos no andaban muy contentos con el éxodo que campesinos, en su gran mayoría Andaluces y Extremeños, iniciaban en aquellos años hacia la prometedora capital del reino.
Se llegó a prohibir su acceso a la que, según la propaganda oficial, siempre fue ciudad de acogida y abierta a todo el mundo, mediante un decreto en el B.O.E que lo justificaba así: "La afluencia constante a Madrid de familias procedentes de otras capitales y pueblos de la nación carentes, por lo general, de medios económicos, sin profesión determinada ni domicilio en que recogerse, lleva consigo una sistemática construcción de chabolas, cuevas y edificaciones similares en el extrarradio de la población, ocupando terrenos lindantes con importantes vías de comunicación e incluidos en planes urbanísticos aprobados o en proyecto".
Las élites Madrileñas, amiguetes de los terratenientes del sur, que tenían abocados a la mas profunda miseria a una población que, básicamente, se dedicaba a la agricultura, andaban temerosos pensando que se les iba a llenar la capital de picaros de malvivir sin oficio ni beneficio.

Que Catalunya fuera cuna de Andaluces y Extremeños, no es ninguna casualidad. Es una causalidad.
La misma causalidad que permite que si te mueves por mi pequeño país, puedas ver carteles con el eslogan "Volem acollir" ("queremos acoger", referido esta vez a la inmigración Siria).
No, no pienses que es palabrería vacía o una moda pasajera de "Cupaires" y desarrapados buenistas.

El barrio de Bellvitge es fruto del más abyecto capitalismo Español. Ese que juega con la falsa y malentendida unidad nacional cuando le conviene, pero hace constantes distinciones entre sus ciudadanos, dependiendo de su origen y clase social, y que dio cuatro duros a Catalunya para que se hiciese cargo de lo que en la capital consideraban "inmigrantes", con toda la carga peyorativa que la palabra tiene.
Con esos cuatro duros y para alojarlos allí, se construyeron unos horrendos edificios que ríete tú de los edificios "Jrushchovka" (Jrushchov los empezó a construir en su gobierno), los apartamentos prefabricados e idénticos donde la antigua Unión Soviética alojaba gratuitamente a sus ciudadanos, y que tanto le gusta mencionar al facherío nacional como símbolo de miseria y decadencia comunista.
A unos 300 metros de esos edificios se ubica el hospital de Bellvitge.

 Los edificios de Bellvitge al lado del hospital. 
Viendo una panorámica aérea del barrio, no difiere demasiado de una de Prípiat, la ciudad Ucraniana cercana a Kiev que, en los años de la URSS, se construyó para alojar a los trabajadores de la central nuclear de Chernobyl y a sus familias.
Eso sí, allí fueron con vivienda gratuita y con buenos sueldos estatales.
La ciudad de Prípiat con la central nuclear al fondo
A la iletrada derecha de este país, "cuñaos" de diverso pelaje incluidos (voten al PP, a ciudadanos o al PSOE en muchos casos), le encanta repetir, como si de papagayos se tratasen, las estupideces que graznan cada mañana sus referentes Federico Jiménez Losantos o Carlos Herrera. Y por esas, se llenan la boca de vulgar anticomunismo en forma de historias sobre Chernobyl, los liquidadores de aquella tragedia y demás hechos similares, con la única base cultural e interpretación de sus ídolos postfranquistas.

Ahora están ignorando los años de recortes del PP, las privatizaciones de la sanidad Madrileña, el rescate de 60.000 millones a la banca, la Púnica, la Gürtel, los 60 millones que el emérito le regalo a su amante (eso de "poner un piso", o dar una "ayudita", a la amante es muy de fachita...y de looser) y todo lo demás, que sería lo suficiente para aburriros y que la entrada perdiese interés.
Ignorando todo eso, y llamando comunista a un gobierno formado, mayoritariamente, por la derecha de rancio abolengo de siempre, se creen que lo tienen todo hecho. Y bueno, a efectos electorales es posible que así sea. Los votantes del PSOE ya sabemos como son. Tan coherentes y de izquierdas que igual te votan al PSOE hoy, como que en 4 años se te enamoran de Albert Rivera y dicen ser de centro. Bien pensado y a decir verdad, no muy diferentes de muchos de los votantes de Podemos.

Bellvitge también tiene su propia Chernobyl. Se llama hospital de Bellvitge y también está lleno de liquidadores. Sanitarios en este caso que, al igual que sucedió en aquella central nuclear, intentan minimizar las consecuencias del desastre, en este caso biológico, asumiendo el alto riesgo sin protecciones suficientes y con el único arma de su profesionalidad, vocación y valentía.
La misma de la que hicieron gala los liquidadores de Chernobyl por amor a su país y por el paradigma comunista de priorizar el "nosotros" al yo.

Liquidadores difíciles de diferenciar
Cuantas veces he oído hablar mal sobre el comunismo y poner de ejemplo aquel desastre nuclear y cómo se gestionó, para ahora ver que los sanitarios Españoles son los mas afectados del mundo con 40.000 contagiados, que en el hospital de Bellvitge se ha estado indicando guardar la misma mascarilla en un sobre entre 3 y 5 días, que se han esterilizado batas diseñadas para un solo uso, se han utilizado bolsas de basura para hacer la función de las mismas y todo ello en función del Stock de material del que se disponía y que dependía del gobierno, de eterna tradición centralista, en Madrid, of course.
Desde allí llegaron timos "del Chino" en forma de mascarillas sin homologación. Desde que se dio la voz de alarma por parte de sanitarios, se tardaron cinco días en retirarlas de circulación.

También se nos ha dado mucho la turra con el hecho de que el oscurantismo de los malvados comunistas Soviéticos (ahora la dan con los oscuros comunistas Chinos), propició que la radiación de Chernobyl se propagase por toda Europa y solo reconocieran la gravedad de la situación cuando llegó y se detectó en una central de medición de Estocolmo.
No como España que, a parte de dejar que la mierda se propogase de Madrid al resto del territorio nacional, no solo no confinó el país, sino que además presionó para que sus potenciales infecciosos vuelos pudieran aterrizar aquí y allá.
Ecuador ya sabía de la prepotencia y tradición genocida Española y se intentó proteger de ella, pero no pudo evitar que su paciente cero llegase en un vuelo desde Madrid.
En Portugal, Francia y Marruecos también nos conocen, por eso nos cerraron sus fronteras.

A todo esto, antes de que empezase el dramita, Madrid con su gobierno PP-VOX-CD`S, encabezado por Díaz Ayuso y votado por enfermos, se pirraba por tener la noria más grande de Europa.
Aquella en la que el actual gobierno "rojo" de Valencia (miro con esperanza a esa Comunidad Valenciana de la que espero algún día poder hablar con orgullo, mas allá de su Paella, sus buenas mandarinas y mi abuelo) no se interesó, al considerarla una chorrada superflua.
Dicen que Ayuso aún anda mirando los cielos a ver si llegan de China los dos aviones perdidos con 46 millones de Euros en material sanitario. Lo mira también soñando con su noria, y es que Prípiat también tenía una.
La noria abandonada de Prípiat.

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