lunes, 13 de abril de 2020

Crónicas de una cuarentena en Colombia (III): "Una mañana cualquiera"

"Tú no tienes la culpa, mi amor, que el mundo sea tan feo. Tú no tienes la culpa, mi amor, de tanto tiroteo. va por la calle llorando, lagrimas de oro..."
Manu Chao pone la banda sonora, con ritmos latinos y mensaje revolucionario, a una mañana cualquiera de otro día más de confinamiento en esta cuarentena que paso en Antioquia.

Nada limita el tiempo del desayuno. Nadie está pendiente de las agujas del reloj
El café nos acompaña en esta soleada mañana, y también las historias de Thor.
Él es un Alemán con medio siglo de vida a sus espaldas, pese a no aparentarlo en absoluto.
Nacido en una pequeña ciudad, llamada Elfurt, en la Alemania socialista, empezó a viajar con 20 años tras la caída del telón de acero.
Según me explicó, supo cómo moverse en los tiempos del cambio de régimen político y, tras comprar un pequeño edificio, lo remodeló transformándolo en un hostal y regentándolo durante bastantes años, para acabar vendiéndolo.
Tan solo la vuelta al mundo que hizo a "dedo" en 4 años y medio, darían para escribir un libro.
Más que sus historias de viajes, a mí me interesan su conocimiento e impresiones sobre algunos países de Europa de los que, pese a haberlos visitado, no tengo una opinión muy formada.

Lo cierto es que siempre tiene cosas interesantes de las que hablar. Lo hace en un Español increíblemente bueno, aprendido de forma autodidacta, en sus viajes previos por Sudamérica y en un último año donde ha estado viviendo en Medellín.
Siempre con él, Aura, una pacífica perra, mezcla de Doberman con no sé que más, que lo mira como si fuera dios y lo sigue feliz a cada paso que da. Las fotos que me enseña Thor, en diversos lugares del mundo, así lo atestiguan. Ella siempre sale con su Frisby, su juguete preferido.


Manuel es el parcero que nos tiene aquí acogidos en su casa, en este momento tan inverosímil, como puede que único en nuestras vidas.
Él tiene mi edad y, pese a no poder contar tantas historias como Thor, también tiene unos cuantos tiros pegaos en la vida. 
Tras haber completado sus estudios en ingeniería y haber estado trabajando unos años en algo así como un ministerio de salud de Medellín, se acabó separando de su mujer al tiempo que era relevado de su puesto de trabajo, así que decidió dejar su vida en la ciudad y venirse a vivir a una casa de campo que, junto a su madre, se había comprado unos años antes, en una época donde esta zona era sumamente conflictiva, fruto de trifulcas entre guerrillas y abusos de movimientos paramilitares. Debido a ello, todo el mundo aquí quería vender, habiendo nula demanda y abundante e interesante oferta.
Aún a día de hoy, me resulta irrisorio escuchar los precios de algunas propiedades en venta por aquí.

Manuel trata de ser lo más autosuficiente posible, y en su empeño anda intentando que la tierra le dé la mayor cantidad de alimentos posibles. También tiene una minipiscifactoría e intenta hacer crecer una de sus primeras remesas de peces con la intención de autoabastecerse y poder vender el excedente a una cooperativa local.
Suelo flipar en colores con la polivalencia de Manuel. Sabe de un montón de temas y de cosas necesarias para llevar sus planes adelante sin tener que recurrir a profesionales especializados. La mayoría de esos conocimientos los ha adquirido de forma autodidacta mediante la la visualización de tutoriales en Youtube y la técnica del ensayo-error.
Es evidente que la escasez de plata y la necesidad de llenar el plato, agudiza el ingenio y desarrolla habilidades.
Junto a él, viven un perro y una gata.


Polo vive una segunda vida de perro domestico acomodado y feliz, habiendo dejado atrás su anterior vida de buscavidas callejero. Manuel dice que, cuando lo acogió, estaba sumamente delgado y repleto de heridas, de las que aún guarda el recuerdo en forma de cicatrices.
Niña es una elegante gata domestica que, pese a haber disfrutado siempre de una vida acomodada, se comporta como si fuera una pantera en semicautividad. Es la gata más salvaje que he visto en mi vida. Creo que no tendría problemas si tuviera que vivir en la jungla que abunda en la zona.
Cuando cae la noche, se pierde donde no llega la luz del porche de entrada y se la puede ver en actitud de caza, pegando saltos y jugueteando con los abundantes insectos que aparecen con la caída del sol.

En uno de los primeros días que estuve en esta casa, pude ver como, ante la irrupción de un perro desconocido en la finca y tras la actitud titubeante de Polo y Aura, fue ella la que, tras una persecución de película, lo echó de la propiedad.
Hace pocos días, se asoció con Polo y acorralaron a una Zarigüeya que, muerta de cansancio y miedo, tras haber intentado escapar de ellos, había claudicado quedando a merced del simpático binomio de la muerte que la acechaba. Manuel la salvó.

Siempre que se encarama a esa repisa y la veo entre rejas, pienso los perros deben pensar que es el sitio que merece

El café se acaba y, tras 2 horas de desayuno, se hace el silencio.
Llega la hora de limpiar un poco la casa y leer un rato. Una basura de libro -por la orientación ideológica claramente imperialista del autor, que no por el contenido en sí- sobre la apasionante historia de la revolución Cubana y la supuesta inminente caída del comunismo en aquella isla de las Antillas, me tiene absorto en su lectura.

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