martes, 22 de octubre de 2019

Crónica de dos adoctrinamientos anunciados

Viendo el título del post, ya os podéis hacer a la idea de que va el tema de hoy. ¿Cansino?, ¿tóxico?. Bueno, todo es relativo. En todo caso, más cansino y más tóxico que la actual situación en Catalunya, fue el hecho de acabar normalizando el tener metidos en el parlamento Catalán a dos verdaderos cánceres para la humanidad como son la rabalera choni Inés Arrimadas y Albert Rivera, del que dicen que se ha pasado buena parte del verano "desintoxicándose"...de la política.
El escritor y sátrapa Vargas Llosa lo apoyó en los inicios de sus miserables lides de aglutinar el voto de toda la masa no independentista de Catalunya, para manipularla, toxificarla, haciéndola así a su imagen y semejanza, y convertir a una importante parte de la misma en "haters" de independentistas.
La historia explica que Vargas Llosa propinó un puñetazo a Gabriel García Márquez, cuando ambos vivían en Barcelona. No conozco el motivo, pero sí que García Márquez no comulgaba con el Franquismo y era un buen amigo de Fidel Castro. Con estos datos, es fácil imaginarlos llegando a las manos.
García Márquez dijo de Barcelona: “Barcelona es la nostalgia donde se vuelve siempre”. Adivinen por cual de los dos siento más simpatía y el motivo de haber titulado así el post. Ahora me falta leer uno de sus libros.
Decía que Albert Rivera había conseguido convertir en "haters" de independentistas a algunos de los que antes eran tan solo no partidarios de la independencia. En su miserable empeño, no tuvo en cuenta que corría el riesgo de convertir en independentistas a aquellos que dudaban y que empezaban a ver cosas de su querida EspaÑa que rechinaban y que empezaban a cansar. Cosas o personas como él. Y como dice la frase: "A veces uno elige de qué lado estar, simplemente viendo quiénes están del otro lado".

Corría el año 1999, y con 19 años llegué a vivir a Catalunya. En aquel mismo año, "El Dísop", un rapero "charnego" del extrarradio de Barcelona, irrumpió con fuerza en la escena del hip hop nacional gracias a la primera canción en Catalán que tuvo repercusión en el panorama.
La canción se llamaba "Jo no sóc polac, jo sóc Català". Vale la pena escucharla para entender la ideología de tanta gente como él en Catalunya en aquellos años, pero si no te apetece pinchar el link, la letra dice cosas como estas (copio y pego):
"La burguesia catalana amb l´extraradi es trunya, i no és ninguna conya, la peña para compte, perque el barri ensenya. I tant, barallant-se com a gossos per menjar-se el filet més gran, no es donen compte del que està passant.
La meitat de catalunya, la forma el sud de espanya. Els partits separatistes no sé de que s'extranyen amb declaracions estúpides que sempre porten cua, a la clase treballadora la independència se la sua".

Tras haberle perdido la pista,  hace unos días descubrí su perfil en twiter:

¿Qué hace que alguien a quien "se la sudaba la independencia", haya cambiado así?

Si piensas que es el  resultado del adoctrinamiento al que nos han sometido en Catalunya, lo que me nace decirte es que, a parte de poco respetuoso, eres un poco retrasado (es lo que tienen las faltas de respeto...que generan otras). Pero voy a hacer un esfuerzo por explicarte mi historia. La del Disop no la conozco, pero seguro que en lo esencial no difiere demasiado de la mía
Años 90. Cursé la EGB (antigua ESO) en un colegio de Torrente, un pueblo cercano a Valencia.
Me gustaba mucho el fútbol en aquella época y solía jugar en el patio del recreo. De repente y sin que ahora pueda recordar a que respondía aquel fenómeno, la gran mayoría de niños que jugaban el partido, empezaban a gritar "puta Barça, puta Catalunya" o "ehhhh ehhhh, es polaco el que no bote, ehhh, ehhhhh....." o "ehhhh ehhhh, es del Barça el que no bote, ehhh, ehhhhh.....". 
Gritaban al tiempo que elevaban los 2 brazos, imitando a los Yomus. Para quien no los conozca, decir que los Yomus son los hinchas más radicales del Valencia F.C.
Fueron expulsados del estadio hace años, pero los volvieron a readmitir. Como podéis imaginar, este colectivo profesa ideologías de ultraderecha y, a parte de ensuciar un deporte ya de por sí contaminado por otras lacras, se dedican a agredir a inmigrantes, a homosexuales, a gente que utilice el Valenciano y al colectivo antifascista de la ciudad del Turia. Sin ir más lejos, aprovecharon la Diada de la Comunitat Valenciana del 2017 como excusa para "liarla parda".
¿Qué puedo decir?. Mis compañeros, seguramente, no tenían ni idea de lo que hacían, ni de las connotaciones fascistas que aquello tenía. Pero lo hacían.
Me recuerda al libro 1984 de George Orwell, cuando llegaba el "momento de la ira", proyectaban a Goldstein en la pantalla, y todos gritaban las oportunas consignas contra el supuesto enemigo que había que odiar.
Recuerdo también la expresión "Catalinos", el cansino tópico de tacaños (eso es lo de menos, pero solo hay que ver la recaudación que consigue la Marató de TV3 cada año...en fin. ) y jamás una palabra amable hacia el pueblo Catalán. Todo junto te va calando y, siendo un niño, sin una personalidad formada y totalmente permeable al entorno, acabas teniendo cierta antipatía por Catalunya.
Por carambolas de la vida, allí acabé. Yo que, a pesar de la insistencia de mi abuela, nunca me había esforzado en hablar en Valenciano, y me iba a tocar lidiar con esos Catalanes radicales que me iban a obligar a hablar Catalán, corriendo el riesgo de que me discriminaran si no lo hacía.
Sobre este tema, recomiendo fervientemente un documental (son dos) de una chica Alemana, a la que su madre enseñó a hablar Catalán, que viaja en bici por Catalunya y la comunitat Valenciana intentando entender cual es el problema.
Mayúscula fue mi sorpresa cuando descubrí que la mayoría de gente hablaba en Castellano, y que los que hablaban en Catalán (que alguien hable la lengua propia y oficial de su tierra es raro de cojones, eh) cambiaban al Castellano al hablar conmigo, en la inmensa mayoría de ocasiones.
También me di cuenta rápido de que quien no lo hacía, no tenía mala intención, y de que había gente (muy poca, y más bien muy mayor) que tenía tantas dificultades para hablar en Castellano, como yo las tenía para hablar en Catalán. No había problema y nos entendíamos.
En la universidad pública donde estudié, pocos profesores hablaban en Catalán.
España tiene mucho que aprender en cuanto a adoctrinamiento. El "por mis cojones" genera aversión e independentistas, mientras que el hecho de acariciar con amor, cultura y libertad, genera gente que se interesa por aprender la lengua y la cultura de quien se la da.
Trabajé un par de años en fábricas del sector de automoción de la zona del baix Llobregat. Mis compañeros por allá eran charnegos también o hijos de charnegos. Buena gente, en su gran mayoría, pero recuerdo haber escuchado en aquel entorno la expresión "lufo" o "Catalufo" demasiadas veces, y demasiadas veces con connotaciones un tanto despectivas.
Posteriormente, en sectores públicos de la sanidad Catalana, me encontré con gente que no hablaba ni una palabra de Catalán (por sus cojones y no por su desconocimiento) y que despotricaban sobre Catalunya y sobre el supuesto nacionalismo independentista que discriminaba a quien no comulgase con él. Es esa discriminación que les tenía allí trabajando y que, por ejemplo, ha posibilitado que los mossos d'esquadra se hayan convertido en un nido de antindependentistas que rezuman odio y falta de profesionalidad, pareciéndose a guardias civiles y avergonzándonos profundamente.
Si hay algo del pueblo Catalán que valoro, admiro, y que me ha enamoró rápido, fue su civismo, su educación y su respeto, incluso, hacia gente que no corresponde recíprocamente. Claro, que siempre hay límites y estos días se están viendo las consecuencias de rebasarlos.
Podría hablar de la guerra de sucesión, de la guerra civil, del Franquismo (vigente y en ascenso...nunca mejor dicho a dos días de la exhumación:-) ), del 1 de octubre, de esta pasada semana, de presos políticos y de esa España fascista y vergonzosa que enseña las orejas. Podría hablar de toros y torturas (a toros y a personas), de un país con instituciones corruptas hasta la médula, de una justicia politizada e injusta y de una policía sádica que grita "a por ellos" con palabra y con hechos. Podría hablar del mayor índice de consumo de prostitución en toda Europa. 
De lo que no voy a hablar es de dinero. No me interesa ese tema, y menos entrar en debates sobre si  sería viable una Catalunya independiente. Aunque la respuesta es obvia, valdría la pena lidiar con cualquier tipo de adversidad con tal de desmarcarse de un estado totalmente decadente e inmoral.

Aludiendo al título del post, sí, era algo obvio y anunciado que alguien que llegaba a Catalunya algo intoxicado, pero no enfermo del cáncer que supone el dogma de la gran e indivisible patria Española, acabaría viendo ciertas realidades y poniéndose del lado del oprimido.

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